Julie Doucet: Cómics 1986-1993. La movida underground del cómic a finales de los 80 siendo una mujer artista independiente.

Vida punki en Berlín. Trabajos de mierda. Soñar que tienes pene y que pares gatos. Odias a tu madre. Eres joven y no lo sabes. Una mujer que aspira ser artista en una sociedad hostil. Fanzines. No había internet. No entiendes el sexo. ¿Qué es ser mujer? Te das cuenta de que eres feminista. Penes. Chochos. Penes. Chocos. A la mierda depilarte. Abandonar la escuela de arte. Hacer fanzines. Venderlos por correo ¡es que no había internet!

 

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Nosotras lo tenemos más difícil para todo, y qué decir hacernos un hueco en los movimientos underground y más aún cuando no somos la chica cool del grupo que toca el bajo, que tiene un sintetizador morado y un cuarto lleno de posters de bandas que ni su abuela conoce. Esta es Julie Doucet, una chica que no era cool ni tenía un sintetizador morado, pero lo que sí tenía (y sigue teniendo) eran poquísimos pelos en la lengua y sobre todo un gran talento dibujando, plasmando, denunciando y expresando a través caricaturas su frustración con la construcción social del mundo.

En su obra publicada (2014) en español por la editorial Fulgencio Pimentel, nos hace un recorrido por sus vivencias y lo que la llevó a ser una mujer en el mundo con mucho que decir y con muy pocas ganas de callarse situaciones de, por ejemplo, acoso callejero, pervertidos en las vías del tren masturbándose, sueños rarísimos y la exploración muy profunda y a escalas muy desconocidas de su «feminidad» y de su sexualidad, la relación con su madre y su obsesión por ridiculizarlo todo.

Imagino a Julie años después en el balcón de su casa en alguna ciudad que no está de moda y que nunca lo estará, viéndose a través de sus dibujos y pensando algo que muchas otras lectoras estamos pensado: ¡qué jodido es ser mujer! Pero qué bien nos lo pasamos reinventando formas de serlo, combatiendo a través del arte y dándole en la cara al sistema opresor.

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Gracias a la creación de la siempre sucia y pecadora Julie Doucet, sabemos que podemos ser monstruos menstruantes llenos de amor para el mundo. Esta obra es una compilación de todas sus ilustraciones desde 1986 hasta 1993, inclusive podemos encontrar algunas piezas inéditas. Eso sí, si ya has leído otras obras de esta artista, es posible que se crucen algunas historias, pero eso es lo de menos: leer a la Doucet es tan delicioso como comerte un cupcake de arándanos y nueces orgánicas después de masturbarte y tener el mejor orgasmo de tu vida.

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Hay un tema recurrente en esta obra, y es precisamente la menstruación. Esa extraña sustancia, desconocida y  supuestamente maloliente que nos han enseñado a odiar.

¿Qué pasaría si nos viene «la regla» en el espacio? ¿O si nos quedamos sin tampones? (aquellas que los usan)

Amigas, esto es lo que pasaría:

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Este monstruo adorable que Doucet ilustra representa la frustración de una artista. La sangre es un grito de libertad.

Mientras el mundo no la dejaba ser, ella en su arte fue.

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Por cierto, ¡la edición viene con un fanzine regalo!

 

 

 

 

 

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Y si un día se cruzan con esta portada, no, no es la biografía de una santa, son los cómics de una mujer que tiene muchas cosas por enseñarte.

 

 

 

 

 

 

                                                                     

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Julie Doucet (1965): Nació en Montreal y estudió bachillerato de artes para luego irse a Quebéc a continuar sus estudios artísticos, aunque abandonó la universidad años más tarde. Rodeada de artistas mientras estudiaba, conoció a ilustradorxs que le mostraron el la luz al final del camino que eran las caricaturas. Su primera obra fue un fanzine en 1991 «Diry Plotte», lo distribuyó y se busco las castañas como pudo. Tuvo tanta acogida que pudo crear una red de contactos sustanciosa. En 1995 escapa a Berlín y finalmente en el 2006 se llevó a cabo la primera exposición de su obra en Montreal, y de ahí en adelante hasta que en el 2013 montó su propia editorial: Le pantalitaire.

 

 

 

 

 

 

 

NADIE VENDRÁ A SALVARNOS, la poesía punzante de Yolanda Morató

En Nadie vendrá a salvarnos (2016), Yolanda Morató nos sorprende con una obra madura, de versos pulidos y sobrios con unas imágenes muy precisas. En este complejo poemario encontraremos poesía de conflicto desde ambos lados de la trinchera en su primera parte Siempre es la misma pregunta:

CAEN CAJAS

Todas las mañanas del cielo

caen unas cajas

y cuando las abrimos

dentro no hay nada.

Algunos protestan, otros se ríen.

¡Maldita gente que nos lanza

más nada allí donde la nada reina!

Pero con el tiempo he comprendido

que no puedo vivir

sin mi caja vacía.

Me abrazo a ella

y tacho un día más

en el calendario.

En la obra se despliegan registros y estilos diversos, valga el ejemplo de Tierra de nadie, parte que recoge diez haikus de lectura rápida, como un estallido en mitad del silencio: “En la calle hay niños/ y el horizonte/ viene a buscarlos”. Pero también queda constancia de la guerra como dolor individual en lo cotidiano, la guerra sin rastro ya de rabia, la guerra cuando solo nos queda la miseria y la incomprensión. El polvo gris en Despedidas:

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En el amor y en la guerra II, página 55.

 

En Profundidades nos enfrentamos al mar cruel, con especial mención a Virginia Woolf. Sin embargo, queda aún espacio para la esperanza y el colorido de Misterio.

MISTERIO

La ignorancia produce risa

a los propios ignorantes.

El conocimiento produce lágrimas

a quienes lo salvaguardan.

Los llantos de unos hacen reír a otros.

Las masas suman uno.

Hay tanta gente sola.

La mediocridad es un misterio.

 

La autora, a pesar de las heridas de la guerra, se recompone y se busca, como dejan constancia de ello los últimos versos de La canción de Jessica Torres: “Porque he descubierto al fin/ que eso era todo,/ que el viaje era el destino, / que quien espera, pierde,/ que nadie vendrá nunca/ a devolverte el tiempo”. La poeta parece querernos decir, a modo de respuesta al título de su obra, que nadie vendrá a salvarnos, que somos nosotras mismas, salvavidas y corriente.


 

Yolanda-Morato

Yolanda Morató (Huelva, 1976). Licenciada en Filología Inglesa e Hispánica por las universidades de Huelva y Sevilla, respectivamente. Cursó tres programas de máster: en Traducción e Interculturalidad (Universidad de Sevilla), en Docencia Universitaria (Universidad de Huelva) y en Literaturas modernas en lengua inglesa (Birkbeck College, University of London); recibió el Premio Extraordinario por su Doctorado Europeo en Filología (Universidad de Sevilla). Ha sido profesora de lenguas extranjeras, traducción, metodología y literatura en SUP EUROPE y ESITC (Francia), Harvard y MIT (EE UU) y en las universidades de Huelva, Sevilla, Pablo de Olavide y León. Traductora de autores en lengua inglesa y francesa del siglo XIX y XX, ganó los premios de traducción La Tormenta en un Vaso, por Me acuerdo, de Georges Perec (2006) y AEDEAN, por Estallidos y Bombardeos, de Wyndham Lewis (2008). Nadie vendrá a salvarnos (Comares, 2016) es su primera obra de ficción publicada.

Historias de mujeres, otra pieza en la teoría de la naturaleza humana, por Rosa Montero.

Si hay algo endémico en la literatura contemporánea occidental, es su antropocentrismo: las personas, ahora seres psicológicamente complejos, y sus interacciones entre ellas resultan la columna vertebral de lo escribible. Pero en una dimensión aparentemente tan disparatada, tan inmensa como el funcionamiento de la mente humana, necesitamos construir patrones y teorías; más allá de lo biológicamente evidente ¿Qué nos une a unas y otros?
Fueron muchos los autores que han tratado de comprender el mundo interior del hombre. Obras muy alabadas como En busca del tiempo perdido, en la que Proust reflexiona sobre temas vitales como la existencia, el amor, los conflictos el envejecimiento. Se le suman al carro de los buscadores de lo humano otros autores universalmente reconocidos como Borges, Nietzsche o Hemingway.
Buscadores de lo humano, siempre desde una perspectiva masculina y blanca. La obra de Proust habla de la homosexualidad, pero solo contempla la masculina. Nietzsche describió al super hombre. El propio Borges, se enfrenta a la eternidad en El Aleph. Hemingway fascinó con un discurso sobre la la fortaleza y la soledad ante la vida de en El viejo y el mar. La angustia o alegría vital han sido temas exclusivamente masculinos y blancos. Y los que ha habido centrados en la mujer, como en Madame Bovary o La Regenta, se nos acostumbra a dar el papel de seres emocionalmente inestables y propensas a tomar malas decisiones por calenturas amorosas, sin un nivel de profundidad equiparable al que pudieron tener ellos.

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¿Acaso en Europano hubo mujeres fascinantes, con reflexiones y trabajos trascendentes? La respuesta resulta evidente y en 1995 Rosa Montero quiso reivindicar a algunas de ellas.

Acostumbradas a que el relato biográfico de las mujeres se centre en las relaciones amorosas y familiares, Rosa Montero desnuda las personalidades y trabajos de de 18 compañeras, brillantes e insumisas, mujeres de acción y ciencia. Desde algunas más conocidas como Agatha Christie o Frida Kahlo, hasta las que la historia hizo caer en el olvido, como la joven activista Aurora Rodríguez o la enérgica antropóloga Margaret Mead. Otras quedaron sepultadas por la sombra de sus compañeros, que en la mayoría de casos lograron adueñarse de sus trabajos como fue el caso de Camille Claudel y Rodin o Zenobia Campurri y Juan Ramón Jiménez. También hay sorpresas dentro de grandes figuras, como Simone de Beavoir, a la que Montero describe como frívola y repleta de contradicciones, lo que tampoco deja de ser completamente humano.

Mujeres, hembras -como le gusta llamarlas a la autora- que al igual que los escritores que nombré arriba, se enfrentaron a la existencia, el envejecimiento, las guerras y al amor. Todo desde la perspectiva de saberse en un mundo no creado por y para ellas, sino completamente hostil. Un mundo en el que fueron despreciadas por no ser hombres. Sin embargo, ya fuera por el ansia vital de vivir como una desea, travistiéndose como hizo Isabelle Eberhardt, o de manera discretísima y silenciosa, como hicieron las hermanas Brönte y su literatura, estas mujeres -representantes de las mujeres blancas- lograron la fortaleza para desafiar a una historia y una cultura que exige silencio y docilidad.

Con una prosa elocuente y apasionada, Rosa Montero encandila narrando y reivindicando sobre esa parte de la humanidad a que navegó a contracorriente para vivir de la única manera que merece ser una vida, que es intensamente.

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Rosa Montero, nombrarla como periodista, o como psicóloga sería no contarlo todo, e incluso no contar a penas nada. Escritora curtida en el arte de hacer novelas, siempre con los ojos y las manos de una mujer. Columnista clarividente cada semana en El País. Una de las voces intelectuales más respetadas de España. Letras claras y profundas, allá donde decida escribirlas.

Cómo traducir el vacío: «Tierra animal», el primer poemario de Lila Biscia

a cualquiera puede pasarle cualquier cosa
como
disolver en agua 200 gramos de café y
tomarlo
sin pausa,
o
sacar y
volver a guardar la ropa del placard,
buscar si quedan rasgos de su olor
alguna mancha
abrir la heladera y llenarnos
quién no intentó saciar vacíos con pan embadurnado en manteca
dulce de leche
tortillas viejas,
o enamorarse.
cualquiera puede enamorarse,
ir al cine
caminar de la mano en una librería
mirarse entre los estantes
inventar adjetivos
imaginar posturas sexuales,
cambiar la cama de lugar,
pensar en comprar adornos nuevos o
lo que fuere.

yo lo intento también,
me esfuerzo,
pero es que no sé,
aun tengo los demonios
mordiéndome los talones.

Sacudida. Tengo una revelación con Lila Biscia, y es que pocas veces me ocurre que abro un libro en el que cada criatura plantea una incomodidad. Tierra animal es un poemario que tiene como finalidad traducir el vacío de la palabra poética; entender esta como la cueva donde la bestia de la lengua calla. La lengua como una bestia: sin duda una imagen potente que sirve a Andrés Neuman para introducirnos en el particular y magnético mundo de Lila.

Ya en su biografía leemos que la poesía irrumpió en ella «como un trazo». Ese trazo va construyendo una visión aferrada a la tierra que no es una condena, si no más bien un ejercicio de paralelismos entre el interior y el exterior, una muestra de superficies habitadas, ¿habitables? por seres tan particulares como divergentes que terminan aceptando una vida en común.

En uno de los poemas más potentes, «Descascarada», hay una alacena llena de polillas -y al mismo tiempo de preguntas-:me pregunto por qué para mí es / devastación / lo que para ellas / es supervivencia. Y continúa, trazando una continuidad entre las especies: su existencia se asocia a mi existencia / a partir de las sobras. En esa existencia precaria crece una sentimentalidad que busca la levedad soportable; reivindicada como un último intento de convertir la lengua en pureza, aunque sea devastada. Y, a pesar de ello, permanecer: todo lo que fuimos / puede escribirse en un pequeño paredón.

Poco a poco, el cuerpo se va poblando de moluscos, el mundo se convierte en una oruga, el tiempo en un ciempiés. «Desabastecida» es quizá el poema más completo, donde el silencio se convierte en la única permanencia, como los animales en la tierra: la palabra alimenta el peso de la herida. / ya no hay candor capaz de abastecer. // hago bosque de mis entrañas. // el silencio / hará de mí vestigios. 

lo más trágico que podría pasarnos sería hablar de certezas

Y si bien es cierto que tenemos pocas, Tierra animal es una certeza en sí mismo: aquella que nos brinda belleza en un mundo inhóspito.


Lila Biscia (Buenos Aires, 1976). Licenciada en Psicología y Letras por la Universidad de Buenos aires. Trabaja como entrevistadora y productora editorial para la misma universidad. Ha publicado sus poemas en diversos medios digitales y revistas de Argentina y España. Tierra Animal (Harpo Libros, 2015) es su primer libro publicado.

Tierra animal fue publicado por Harpo Libros. Se puede comprar aquí

*Foto de Lila tomada de aquí