La vida periférica es una colección de 35 relatos breves cuyas protagonistas suelen ser mujeres que se aproximan a la vida desde sus diferentes ramajes. Vidas que se emplazan en el centro mismo de la narración: la vida de los cuidados, la vida móvil y precaria pero también la vida intensa que abre cada poro.
El primer relato, «Outsider», narra la historia de una mujer para la que los libros son el hogar, y no la ciudad o el país en el que nacemos, emigramos o vivimos. La protagonista enuncia desde un anonimato que la conecta con todas aquellas mujeres migrantes mexicanas cuya relación con España es ambivalente: por un lado, se ven forzadas a emigrar al anciano y desdichado imperio, por otro, se permiten criticar, desde su condición poscolonial, a «esa madraza que nunca ha dejado en libertad a la lengua». «Outsider» es un cuento que alerta sobre la potente ideología que concentran las palabras; ambientado en México, un país en el que la curiosidad por adentrarse en la alteridad podría venir explicada por esa «carencia de una Historia genuina» que lleva a la imitación e incluso a la aculturación.
Señor: déjanos caer en la tentación, no nos libres de ningún mal: permítenos creer que estamos vivos.
Además del retrato (pos)colonial de México, Roxana se introduce en las relaciones entre feminidad y maternidad, ofreciéndonos historias en las que existe una distancia afectiva entre madre e hijo. Narrando, por ejemplo, el dolor de la distancia que se crea cuando los hijos dejan de ser dependientes. En «Siento, pienso, luego escribo», la autora se centra en los talleres literarios a los que asisten mujeres pero que son organizados por hombres. El cuento sirve de pretexto para realizar una reflexión metaliteraria acerca de la frontera insalvable entre literatura y realidad, en la que la primera es condición indispensable de la libertad.
El ejercicio de la libertad se da en la escritura.
Mujeres escritoras, mujeres viajeras, mujeres migrantes, madres, amas de casa que realizan ejercicios de autorreflexión acerca de su condición, poniendo en cuestión un concepto que, en su momento, significó la conquista de las mujeres de la generación anterior, de nuestras madres.
Me pregunto: ¿de qué o de quién soy ama?
Y automáticamente nos sentimos interpeladas por esta crítica a un concepto que considerábamos un logro. En el cuento «Por qué el mar de Florida es gris», la protagonista es una mujer casada cuyo cuerpo se niega a cumplir con los tácitos deberes conyugales. Una mujer en un cuerpo potencialmente penetrable a cada instante.
Por otro lado, Roxana aprovecha para introducir alguna que otra aventura intergenérica, como ocurre en el relato «Miguel. Aspirante a profesor», escrito formalmente como una pequeña obra de teatro. También hay divertidas historias de animales, como «La vida de un perro ingenuo», un relato narrado por un perro que cuenta lo mucho que le gustaría dormir con su «dueña» y comer con ella. A pesar de que el cuento no tenga una explícita intención antiespecista, sí que pone de relieve la empatía del perro en oposición a la apatía del hombre (concretamente, de la pareja de la mujer).
Y aunque cada persona es un océano infestado de conductas posibles, hay unos cuantos que no son ni tan mares ni tan infinitos, como era su caso.
Roxana Villarreal (Guerrero, México, 1966). Es licenciada en Periodismo y doctora en Literatura Hispanoamericana por la Universidad Complutense de Madrid, con una tesis sobre la muerte en la literatura mexicana. Posee formación como lingüísta especializada en la Enseñanza de Español a Extranjeros. Ejerce como profesora de español y de cultura latinoamericana en varias academias de idiomas de Madrid. La vida periférica es su primera obra, aunque algunos de sus textos han aparecido en distintas antologías.
La vida periférica se publicó en 2015 en la Editorial Caballo de Troya