después del cruce de palabras
el tren acerca sus luces
y entiendo
que no soy linda,
que ningún hombre va a quererme
aunque me quiera
o me desee
o me construya
con su mirada
o me escriba una canción
que reboque el modo
en que nos decimos y nos vemos.
Flor Codagnone (Buenos Aires, Argentina, 1982) es poeta, editora, traductora y profesora. Licenciada en Periodismo, actualmente enseña «Rock y Comunicación Social» en la Universidad del Salvador. Ha traducido, junto con Luciano Lutereau, Los Beatles y Lacan: un réquiem para la Edad Moderna (2013). Ha publicado el ensayo Literatura ∞ Psicoanálisis: el signo de lo irrepetible (2013) con Nicolás Cerruti. Tiene dos libros de poesía: Mudas (2013) y Celo (2014), ambos publicados por la editorial Pánico el Pánico.
Hoy os traemos dos poemarios de una voz emergente en la poesía argentina. Dos poemarios que dialogan entre sí y comparten las mismas obsesiones: el amor dislocado, la corporalidad como potencia y la importancia de la belleza para las mujeres.
En una entrevista a IndieHoy, Flor señalaba que hay una distancia poética entre su yo empírico y las «otras» que escriben. Al mismo tiempo, hay algo de esas otras en la propia autora. Ella siempre insiste en la noción de apertura y en la escritura como herramienta para dar voz a las mujeres. Una idea que podría contradecir uno de sus versos, «una mujer no puede escribirse», pero cuya fuerza reside en enfatizar una imposibilidad que no es tal -de lo contrario, ella no (se) escribiría.
He aquí otra de las grandes cuestiones de nuestro siglo, relacionada también con el ámbito psicoanalítico, al que Flor dedica buena parte de su tiempo: la identidad. ¿Es la identidad femenina una sola y estable, o por el contrario se define por su dinamismo y reelaboración permanentes? De alguna manera, Flor va reflexionando sobre estas cuestiones, y lo hace a través del cuerpo. La corporalidad se relaciona no solo con las relaciones sexuales y el placer que proporcionan, tanto física como emocionalmente, sino con la asunción del cuerpo como espacio propio e inimitable. El cuerpo se vuelve, a su vez, espacio poético en el que entran en juego lo anecdótico, lo conciso y lo introspectivo.
En esta reivindicación del cuerpo como propio también coexisten elementos amenazadores: la consideración del cuerpo como hogar de lo escatológico y como mero «envase» donde guardamos la excesiva preocupación por la belleza de las mujeres. Una belleza puede ser un arma que se nos vuelva en la contra:
Prefiero pensar
que el cuerpo mío
es el que imagino.
–
El espejo es tu miedo
Pues nuestra mirada sobre nosotras mismas responde muchas veces a construcciones masculinas y no femeninas. Entonces, caemos en el error de repetir » lo que decían los hombres / sobre las mujeres». ¿Cuál es la propuesta? El cuerpo como espacio de lucha y de supervivencia, el cuerpo como peligrosa utopía:
Construyo un cuerpo,
que ato y desato.
Busco siempre el qué,
el porqué, el cómo.
Un más allá.
Sería mejor no buscar
porque siempre se encuentra.
Mudas y Celo son dos poemarios muy recomendables para cualquiera que quiera conocer la escritura femenina emergente en la Argentina. Sus poemas breves y directos se dirigen, principalmente, a ese sujeto a la vez poético y político que son las mujeres. Para que se escriban, para que se amen.
Mudas (2013) y Celo (2014) han sido publicados por la editorial argentina Pánico el Pánico.