La violencia del mundo rural en «Ladrilleros», de Selva Almada

Estela Miranda sabía que, aunque los hijos se hacen de a dos, una siempre está sola para traerlos al mundo.


Selva Almada nació en Entre Ríos, Argentina, en 1973. Publica sus primeros relatos en el Seminario de Análisis de Panamá y dirige la revista Caelum Blue. Empieza publicando libros de cuentos y poesía, como Mal de muñecas (2003), Niños (2005) y Una chica de provincias (2007). En 2012 sale su primera novela, El viento que arrasa. Finalmente, Ladrilleros, su segunda novela, se edita en 2013 en Buenos Aires (por Mardulce) y en España en 2014 por Lumen. Ha sido finalista del premio Tigre Juan.

Selva Almada

La bóveda celeste, el sonido de los pájaros, la música de la feria, el ruido de los columpios metálicos. Boca abajo, sobre el fango y bajo el cielo, unos moribundos Pajarito Tamai y Marciano Miranda. En sus espaldas la carga de un profundo odio que ha enfrentado por largos y terribles años a sus respectivas estirpes y que ha culminado con el enfrentamiento hasta la muerte de los dos hijos, los cuales, a pesar de haber sido amigos íntimos durante la infancia, se ven arrastrados por la espiral de rechazo que sienten sus progenitores.

En Ladrilleros, una agilísima Selva Amada parte de esta situación para retratar de forma fragmentaria la vida de dos familias de ladrilleros y, así, la de la argentina rural en general. Mediante la intercalación de los recuerdos y vivencias de los dos personajes principales, en una línea claramente faulkneriana, nos da cuenta de la dura vida de extrarradio y de la idiosincrasia de su gente. Nos muestra unas vidas marcadas por el odio y la violencia, con unas figuras paternas a menudo ausentes y unas madres que soportan todo el peso de la familia. Nos lo presenta, además, como un lugar donde, a pesar de todo, pueden encontrarse la felicidad y el amor, aunque sea breve, a hurtadillas y en pequeñas dosis, en evidente contraste con el enfrentamiento paterno. Esto está representado, precisamente, por el romance vivido por Pajarito y el hermano pequeño de Marciano, Ángel, quien desafía rebeldemente de forma continua la visión conservadora y homófoba de gran parte de la sociedad rural del momento. Esta situación no puede dejar de leerse como una reinterpretación moderna y en clave homosexual del clásico shakespereano Romeo y Julieta, en donde el amor es negado y superado por el odio, y en el que la fatalidad y la tragedia siempre están presentes.

Presenta unas vidas en una relación casi orgánica con el ambiente en el que se mueven. Mucho se ha hablado sobre la relación de los personajes con el espacio, y creo que aquí es determinante. El entorno no es algo que se perciba de forma objetiva, sino que está marcado por la experiencia vital y la condición social, incluso el género, desde las que se observa. En este caso está presente una atmósfera asfixiante, agobiante, pesada, marcada por las noches de verano y de la que parece ser imposible escapar. La violencia omnipresente de las situaciones y la forma en que los padres inducen a los hijos a vivir de la misma forma hace que entren en una dinámica que les condiciona para el resto de sus vidas.

La argentina crea una novela que, como ha dicho Beatriz Sarlo, no pretende ser ni urbana, ni sobre colectivos marginales, pero sí de provincia y regional en contraposición con lo global, tiene una clara vocación realista, con un narrador omnisciente que pretende mimetizarse con el ambiente mediante el uso decoroso de un lenguaje plagado de coloquialismos. Es esta una literatura que, a pesar de tener cierta complejidad por la fragmentación de la historia, atrapa. Y no solo durante la lectura. Es una novela que golpea al espectador y que duele, pero a la que es inevitable volver.

LadrillerosLadrilleros fue publicada por Lumen en 2014

«Hay una araña en mi clavícula» de Sara Herrera Peralta: un poemario sobrecogedor (I)

La abuela no estudió.

Mamá pidió permiso para estudiar.

Mamá trabajó para poder estudiar.

Yo tengo la obligación

de estudiar toda la vida.

Todas las fórmulas son imprecisas:

el corazón duele,

la Historia Pesa.

Tú no me mires con la cara

de quienes hacen, constantemente,

las preguntas erróneas.


Sara Herrera Peralta (Jerez de la Frontera, 1980) es poeta y diseñadora gráfica. Ha publicado los poemarios La selva en que caí (2007), De ida y vuelta (2009), Sin cobertura (2010), Provocatio (2010), Shock (2011), Mamá era Ilsa Lund al principio de todo (2012), Hay una araña en mi clavícula (2012), Quien mire hacia abajo, pierde (2013) y Documentum (2014). Ha recibido importantes premios literarios, como el Premio de Poesía Voces Nuevas (2007), el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (2008), el Premio Ana de Valle (2009) y el Premio Carmen Conde (2014). Sus poemas han aparecido en numerosas antologías y revistas tanto de España como de Francia, Italia e Hispanoamérica.

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Fotografía de Antonio Herrera

Si tuviéramos que definir la poesía de Sara Herrera en una sola palabra, sería «honesta». Un lenguaje cercano, depurado, engendrado con palpable afecto. Con evidentes elementos autobiográficos que sirven también para construir una identidad que es, al tiempo, fruto de la experiencia y los orígenes. No hay más ruptura que aquella propiciada por la necesidad de labrarse un futuro de acuerdo a los principios e intereses propios. Una vida que merezca la pena ser vivida, para la que se necesita, en sus palabras, sencillez, voluntad,  y coraje.

La distancia entre generaciones es tratada con mucha ternura en los poemas, con episodios tan comunes como, por ejemplo, las exigencias de matrimonio que hacen las abuelas a las nietas. La figura de la madre, que ha sido tratada en la literatura con imperceptible desdén, es rescatada como dadora de vida, remitiéndonos a la Diosa Madre de ese mundo matriarcal apenas conocido. Solo cuando las mujeres toman la palabra, la figura de la madre comienza a ensalzarse como origen y modelo. Enmarcada en una tradición de poesía feminista, Sara revaloriza también al padre, a la abuela y al abuelo, como sabias y afectuosas figuras que sirven como ejemplo de lucha diaria: Porque todas las madres / han sido miedo, amor, herida, lucha y  / tierra.

Louise Bourgeois, Maman, 1999.

Louise Bourgeois, Maman, 1999.

Sara utiliza la polifonía para dar voz a las generaciones que la preceden además de a la suya propia. Este hecho confiere al poemario una ternura presente en un entorno acogedor. Por desgracia, ese entorno termina escindido. La emigración planea sobre la familia como una constante, especialmente en Andalucía. Quizá ese estar lejos propicie la necesidad de plasmar en papel ese alterado recorrido que va desde la infancia a la edad adulta, de la presencia a la ausencia. Un miedo de no estar, que termina formando parte y dando cuerpo a la genealogía familiar. Así, cuenta la abuela: Nosotros también nos fuimos, / igual que nuestros hermanos: / ellos no volvieron.

El libro se abre con una cita esclarecedora de Simone de Beauvoir: «Construiré una fuerza en la que me refugiaré para siempre». Ese refugio es, sin duda, la poesía. Pero también la familia: sangre que no se elige y en la que el afecto, cuando está, es puro. Hay una araña en mi clavícula es el resultado de ese afecto.

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Hay una araña en mi clavícula fue publicado por La Garúa en 2012.

«Personal & Político» de Aurora Luque: la poesía que dialoga con nuestro tiempo

Sobre una instalación de Dimitri Vazemsky

Duermo en la cabaña del mundo como una laceradora anónima.

He arrancado dos trozos del empapelado de siglos:

azul sucio y amarillo solar -me he desgarrado los dedos-

el mundo se desgarra y nosotros sofisticamos las heridas

como el Cristo pintado por los chinos del poema de Cendrars

pero se trata de ir desgarrando y lacerando la pintura vieja, el yeso

no de los muros de los suburbios del mundo,

sino de una esquina inferior izquierda

del pasillo más oscuro de tu casa

tu casa que sufre y cae finalmente con las palabras corrosivas.

Por la Pascua florida, la cabaña expele un aromático humo inofensivo.

– «La cabaña del tiempo lacerador»


Aurora Luque (Almería, 1962) es poeta, editora, traductora y profesora de Griego antiguo en Málaga. Es doctora en Filología Clásica por la Universidad de Granada, donde ganó el Premio García Lorca con su obra Hiperiónida (1982). Después vinieron títulos consagrados como Carpe noctem (Premio Rey Juan Carlos, 1994), Transitoria (Premio Andalucía de la Crítica, 1998) o La siesta de Epicuro (Premio Generación del 27 en 2008). Ha traducido a Catulo, Safo, María Lainá o Louise Labé, entre otras. Personal & Político es su último poemario.

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Decía Jesús Aguado que la poesía de Aurora Luque es, «como toda buena poesía, una invitación a la indisciplina, a la insumisión, a la desobediencia más radical». Quizá este ha sido el propósito de la publicación de Personal & Político, cuyo título es ya toda una declaración de intenciones.  Y si bien en algunos poemas la autora realiza una relectura o pone de relieve la obra de mujeres artistas, no podemos decir que este libro se haya construido desde un posicionamiento feminista evidente. Tampoco hay una crítica social que sirva de hilo conductor a los poemas; más bien un intento de desentrañar lo cotidiano, el imaginario popular, a través de una estetización que choca frontalmente con algunos de los temas elegidos.

No es el caso de uno de los poemas más logrados;  el incluido en el Cuaderno de Vieja América titulado «El patrimonio de Donald Draper», el protagonista de la aclamada serie televisiva Mad Men. El resultado es una introspección en primera persona de este enigmático personaje, víctima de su propia mentira, en la que nos cuenta su permanente insatisfacción en unos versos magistrales:

mi cadáver merece nadar hacia el olvido

en un bidón de bourbon inflamable

soy un tornillo suelto de la Máquina

orgulloso de herrumbre y desajustes

Otro de los poemas más impactantes es el «Rap para la romería de Steve Jobs», satirizando el carácter divino que los consumidores han dado a los productos de Apple. Como no podría ser de otra manera, el diálogo con la cultura griega sigue siendo más que evidente. Aurora la utiliza no solo como espejo en el que mirarnos, sino también como la base sobre la cual seguimos fabricando y contándonos historias.

Personal & Político se construye en torno a diferentes temas y voces, dando lugar a una poesía híbrida de carácter marcadamente polifónico. Ahí reside su audacia. La poesía no puede mantenerse al margen de un tiempo tan complejo y difícil como en el que vivimos. «En esta ciudad-no-quieta», que diría Aurora, «donde lo personal y lo político se superponen».

fotoPersonal & Político ha sido publicado en marzo de 2015, en la colección Vandalia de la Fundación José Manuel Lara.

página de aurora luque en la biblioteca virtual «Miguel de cervantes»

La reflexión sobre el horror en «El triángulo azul» de Laila Ripoll

Azul como el cielo azul es el triángulo de España


Laila Ripoll Cuetos es una dramaturga y directora de escena que nace en Madrid en 1964. Sus obras, que han sido traducidas a varios idiomas, gozan del reconocimiento tanto del público como de la crítica especializada. Entre estas destacan Atra Bilis, La ciudad sitiada, Los niños perdidos o El día más feliz de nuestra vida. En 1991, junto con José Luis Patiño, Mariano Llorente y Juanjo Artero, funda la compañía teatral Micomicón. Ha recibido premios como el Artemad en 2007 y el Ojo Crítico de Teatro en 2002. Ha sido, además, finalista del Valle Inclán en 2011 y del Max a Mejor Autor Teatral en Castellano en 2003.

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Un anciano, de aspecto pulcro y elegante, hace aparición en escena y empieza a hablar tras encender un pequeño aparato colgado en la pared del que emana una agradable música de Bach. “La música eleva al ser humano”, dice, “me considero, a pesar de todo, una persona buena”. Tras esto nos cuenta que, al ver la miserable situación de la Alemania de los años 30, decide formar parte de las SS. Así comienza la obra dirigida y escrita por Laila Ripoll –esto último en colaboración con Mariano Llorente–, El triángulo azul, pieza que gira en torno a la experiencia de los 7000 españoles exiliados que, tras cruzar la frontera huyendo de Franco, fueron transportados al campo de concentración de Mauthausen, un trozo de infierno situado, según dicen, en un municipio que es un reducto de verde paraíso. Llegan con las manos vacías y en sus pijamas a rayas un triángulo del color de los apátridas, de los abandonados: el azul.

Ripoll alterna de una forma perfectamente fluida tres elementos diferenciados. Por un lado, las reflexiones del anciano, Paul Ricken, que sirven de hilo conductor. Esto, además, dota la obra de una distancia reflexiva que permite no limitarse a plasmar sin más los sucesos acaecidos en el campo, pues, así, los llena de significado y provoca la reflexión sobre conceptos como el perdón, la justicia y la memoria, hasta llegar a cuestionar la idea de progreso, como sucede tras los episodios traumáticos, lo que está materializado en la evidencia de que el gusto por la cultura, o por la música clásica, no impide la crueldad y el odio. Y lo más importante: postula sobre las causas de la masacre, pues un pueblo que no conoce su historia y las razones que le han llevado al momento actual es un pueblo condenado a repetir sus errores.

Por otro lado están las escenas de la vida de los españoles y demás víctimas (y victimarios) en el campo, que giran en torno a los dos ayudantes del laboratorio fotográfico, Toni y Paco, que, a pesar de enfrentar la situación de una forma totalmente opuesta, pues el primero rebosa humor y sarcasmo y el segundo gravedad y melancolía, se unen para tratar de hacer copias de más de las fotos e intentar sacarlas del campo como prueba de lo allí sucedido. Finalmente, nos encontramos una serie de números musicales, algunos muy cómicos sobre los aspectos más horribles de la situación, que dan a la obra un aire de cabaret o espectáculo grotesco y que cantan a “el crematorio” o a “la valla electrificada”; y otros profundamente emotivos, como el “Chant des partisans”, himno de la resistencia francesa durante la ocupación alemana en la Segunda Guerra Mundial: “Chantez, compagnons, dans la nuit la Liberté nos écoute”. Todo esto acompañado, además, de un grupo de músicos que tocan la flauta travesera, el acordeón y el violín, que están vestidos a rayas y que aportan una atmósfera un tanto onírica.

Esta obra es, sin duda, emocionante y lúcida a partes iguales. Nada que objetar.

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El triángulo azul fue publicado por el Instituto Nacional de Artes Escénicas y de Teatro en 2014 y se estrenó el 25 de abril de 2014 en el Teatro Valle-Inclán de Madrid.

«Ave», la ópera prima de la escritora catalana Montse Ferrer

La fealdad conquistándolo todo es una de las consecuencias más insostenibles de la globalización, de la historia. Sobre la nada, el triunfo de la horridez. (…) Todos, síntomas de la náusea pandémica, de la peste llenando de cadáveres las fosas del vacío. Ante tal perspectiva, el espejismo de un ser capaz de sonreír ante la belleza e invitarte a un café es susceptible de convertirse en una historia de amor.


Montse Navarro Ferrer (1967, Barcelona) es licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Barcelona y profesora de instituto. Ha traducido del griego moderno al catalán y al español la novela Talgo, de Vassilis Alexakis. Igualmente, ha participado en numerosos congresos y seminarios con aportaciones sobre la cultura del mundo clásico. Ave (2013) es su primera novela.

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En el mundo editorial hay libros que, por múltiples razones, pasan desapercibidos. Suele ocurrir con las autoras noveles, que por regla general están doblemente invisibilizadas. Esta reseña es una de las primeras que se han publicado de Ave, novela narrada en primera persona por una mujer que bien podría ser el trasunto literario de la autora, lo que nos llevaría a hablar de novela autobiográfica escrita a modo de diario sin fechar.

Ave es una no-historia de amor completada por lúcidas reflexiones acerca de la literatura y la vida. La novela está cuidadosamente desordenada y fragmentada, ofreciendo al lector un arduo trabajo de (re)composición si se quiere una narración lineal al uso. En esa historia, la protagonista toma la cruel y necesaria decisión de desaparecer de la vida del otro, de huir del potencial lazo afectivo. El amor se entiende como salvavidas, sí, pero también como un gran peligro de desintegración del yo en un nosotros condenado a desaparecer en la evidencia del tiempo.

El componente social también tiene su lugar en Ave. La búsqueda detestivesca de personajes históricos de la ciudad de Barcelona lleva a la narradora a criticar la especularización y gentrificación ocurridas tras los Juegos Olímpicos. La crítica se acompaña de nostálgicos fragmentos que remiten a la infancia. Tras toda una vida en la ciudad, la protagonista solo es capaz de ver una Barcelona falsa, la que no ha dudado en prostituirse construyendo castillos en el aire y catedrales en el mar -en referencia al éxito literario de Falcones- con tal de obtener un pequeño dividendo de amor global. 

Sabemos que Ave no está llamada a consagrase entre las mejores novelas de su generación, pero es una obra honesta y poliédrica de lectura muy recomendable. Montse intenta llegar al centro de las emociones femeninas saliendo de los esquemas prefijados, volcando sus diversos intereses en una novela concebida como ejercicio de estilo, dando lugar a frases tan magistrales como esta:

Si bien es verdad que la vida determina la literatura, no lo es menos que la literatura determina la vida.

Así sea. Que la disfruten.
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Ave fue publicado en 2013 por Al Revés Editorial