De recuerdos y exilios: un poemario de Isabel Cadenas

De recuerdos y exilios más o menos voluntarios: También eso era el verano es un libro íntimo que puede remitir a la historia personal de su autora, pero que se perfila, de la misma manera, como un relato generacional de las españolas y los españoles que han abandonado el Estado buscando mejor suerte en otros países de Europa o América. A lo largo de sus ochenta páginas, Isabel dialoga con una vida que ya no le pertenece pero que intenta rescatar a través de la escritura. Con una prosa poética detallista, se abren las cajas de fotografías del pasado reciente, se desentraña la genealogía, se recuerdan reuniones familiares, se estudian concienzudamente fechas y lugares tratando de mostrar lo que de verdad ocurrió.

Escribo en presente, que sólo se 

pone, y lo hago a propósito, pero la

mera duda verbal ya es un tránsito,

una asunción de otra cosa.

Cuando se vive fuera, no importa donde, una se siente desarraigada, eso seguro: tiene una casa, pero no es la suya. Es como si estuvieras siempre de prestado, como si tu vida real hubiese quedado lejos, exactamente en ese país de mil demonios que abandonaste hace ya tanto tiempo y que tanto duele cuando lo visitas. Irse no es únicamente tomar la decisión y hacerlo: es estarse yendo continuamente, alejarse cada vez más y, a la vez, necesitar por todos los medios -entre ellos, la escritura- sentir que aún hay un cordón umbilical que te lleva de vuelta a casa. Vives en, al menos, dos sitios a la vez. Sin embargo, cuando has vivido en más de dos ciudades, como Isabel, tu corazón se ensancha tanto que para recorrerlo necesitas coger aviones.

Cuando íbamos tomadas de la mano, si me apretaba más fuerte, era un te quiero.

La dificultad para narrar la antigua vida en la vida nueva hace de la escritura de Isabel un espacio de diálogo no sólo con ella misma sino con el/la lector/a y con la familia. La suya es una escritura que se fabrica en soledad, una soledad específica, huérfana y desenraizada. Es, también, una escritura del rescate, de la supervivencia, un intento de insertar al yo en una colectividad que se alimenta de estampas cotidianas. Esa paradoja, esa tensión, atraviesa todo el poemario, le da vida. Porque, como dice Valerie Mejer en el epílogo: «La gran ausente en esta breve obra maestra que es más que un poema o que una memoria o que una novela es, [a pesar de todo] la palabra muerte».

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También eso era el verano fue publicado por Difácil en 2014


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Isabel Cadenas Cañón (España, 1982) es escritora, poeta,traductora y fotógrafa. Es licenciada en Filología Hispánica por la Universidad de Deusto, tiene un Master en Estudios Teatrales por la Univerdad de París-III Sorbonne Nouvelle y otro Master en Creación Literaria por la Universidad de Nueva York. Ha realizado estudios de doctorado en la Universidad de Nueva York. Ha publicado los poemarios Irse (2010) y También eso era el verano (2014). Escribe en periódicos como Diagonal, eldiario o lamarea

La última generación, el mestizaje revolucionario de Cherríe Moraga

En 2011 había en Estados Unidos más de 50 millones de personas de origen hispano. Algo más de la mitad pueden considerarse chicanas: personas estadounidenses de ascendencia mexicana, personas atravesadas por la frontera. Mujeres y hombres que intentan ser parte de México porque no se sienten completamente gringos. Desde finales de los 60 y hasta finales de los 80 hubo un Movimiento Cultural Chicano del que fueron parte constituyente autoras de una relevancia hoy incuestionable como Gloria Anzaldúa o Cherríe Moraga. El movimiento se expandió no solo a la literatura sino al arte o al cine. Se trataba de un movimiento esencialmente político que reivindicaba el mestizaje y que se interesó por el rescate de la cultura mexicana anterior a las invasiones española y estadounidense. En ese sentido, La última generación es un buen exponente de esa doble cultura y también de esa doble e incluso triple marginación de la mujer chicana. Una marginación que no impidió a Moraga alzar la voz y llegar a ser un referente para el movimiento feminista, lesbiano y chicano.

Lo que interesa a Moraga es rescatar lo mexicano que hay en ella, des-privilegiar su parte blanca, atacar frontalmente al colonialismo tanto español como estadounidense y situar su propia existencia en toda una serie de conflictos que la atraviesan por lo que es por dentro y por fuera. No es casual que el libro se nutra de algunos de los hitos de la década en la que fue escrito: la derrota que supuso la pérdida de las elecciones por los sandinistas en 1990; la celebración del quinto aniversario del genocidio en Latinoamérica, llamado «descubrimiento», en 1992. Quizá por eso, por esa doble ansia de documentar y de mirar hacia dentro eso, La última generación es una obra híbrida, donde se combina el ensayo, la poesía, el diario e incluso la narrativa. Una obra que excede moldes, que se elabora en torno la compleja definición de identidad en un mundo colonizado y globalizado. Una autora cuya identidad, en sus propias palabras, intentó siempre disolver bordes. Moraga: la hija rebelde, la autora que intentó deshacerse de las contradicciones propias del pensamiento occidental; una mujer que vivió a contracorriente, que defendió aquello en lo que creía y que, además, nos dejó como legado una escritura confesional, contestataria y siempre en contacto con las realidades que le afectaban.

La última generación no es solo una obra culmen de la literatura chicana. Es una obra subversiva, tierna y honesta que lucha aún hoy por ocupar su lugar en la literatura universal.

Soy una mujer con casi cuarenta años sin hijos,

Soy una artista con casi cuarenta años sin comunidad,

Soy una lesbiana con casi cuarenta años sin compañera

Soy una chicana con casi cuarenta años sin país.

Y si fuese seguro, abriría los muslos

y dejaría que me entrase el mundo entero

y daría a luz, daría a luz, daría a luz la vida.

La disolución del ser, la disolución de los límites.

Pero no es seguro.

Ni para mí.

Ni para El Salvador.

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Publicada en horas y HORAS en traducción de Esther Sánchez-Pardo

 


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Cherríe Moraga (California, EE.UU, 1952) es poeta, ensayista y dramaturga. Su obra se centra en la reivindicación de las lesbianas y lxs chicanxs en los Estados Unidos. Estudió en la Universidad de Hollywood. En los años 70 se mudó a San Francisco, ciudad en la que se doctoró. Ha publicado títulos clásicos como la antología  This Bridge Called My Back: Writings by Radical Women of Color (1981) junto a la activista feminista lesbiana y negra Barbara Smith;  Loving in the War Years: Lo que nunca pasó por sus labios (1983), Esta puente, mi espalda: Voces de mujeres tercermundistas en los Estados Unidos (co-editora, 1988),  La última generación: prosa y poesía (1993), Waiting in the Wings: Portrait of a Queer Motherhood (1997)The Hungry Woman (2001). Su obra, de gran madurez y valor universal, es bastante desconocida en España. La última generación es el único título que hemos encontrado traducido al español, catorce años después de su publicación en inglés/español, gracias al trabajo de la Editorial horas y HORAS coordinada por la Librería de Mujeres.

La luz que más me llama: poética del (des)amor lesbiano

A ti pude enseñarte lo que nadie sabía

-que soy alegre, que gusto de la vida-

y yo aprendí de ti -quién lo diría-

la tristeza más honda que conozco.

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Beatriz Gimeno es bastante conocida por su activismo feminista y lesbiano, así como por su participación en distintos medios digitales. Sin embargo, su producción literaria, concretamente poética, es prácticamente desconocida para sus seguidoras. Hoy os ofrecemos la oportunidad de acercaros a uno de los pocos poemarios construidos a partir del deseo de una mujer por otra. Del amor entre ambas mujeres, y de sus diferentes fases.

En los poemas de La luz que más me llama predomina el tono confesional y un lenguaje claro, sencillo, sin grandes ostentaciones. El objetivo es comunicar las fases del amor desde la experiencia lesbiana. En un principio, se nos aparece la mujer ocupada por el mandato patriarcal. Una mujer que va liberándose a través del deseo y sus laberintos, quedando atrapada en las redes del amor: delicioso trance atravesado por la cercanía de dos mujeres que se aman.

Gimeno consigue algo extraño en nuestra literatura: dar voz a la experiencia erótica lesbiana. Y, aunque tal vez no entre en sus pretensiones, este libro parece acabar llegando a una conclusión muy actual: el fracaso del amor monógamo y romántico entendido como totalidad vital. Ese amor que podría entrañar y de hecho entraña la traición, los celos, el fracaso, la falta de empatía y de comprensión. La mayoría de las veces acaba, sencillamente, en desengaño.

El amor es una forma de vencer el paso del tiempo. No obstante, si la vida es corta, breve ha de ser también el amor. La poesía, en cambio, es un proceso de sanación de los amores fallidos. Beatriz lo sabe, y este es el resultado.

La luz que más me llama

La luz que más me llama se publicó en Olifante Ediciones de Poesía en 2009


Beatriz Gimeno (1962, Madrid) es escritora, política y activista por los derechos LGTB. Fue presidenta de la Federación Española de Lesbianas, Gays, Transexuales y Bisexuales de 2003 a 2007. Es diputada de Podemos en la Asamblea de Madrid. Colabora en medios digitales como El Diario la Revista Píkara. Ha publicado los ensayos La prostitución (Bellaterra, 2012), La construcción de la lesbiana perversa (Gedisa, 2007) y La liberación de una generación: historia y análisis político del lesbianismo (Gedisa, 2006). Editó el volumen Primeras caricias: 50 mujeres cuentan su primera experiencia con una mujer (Ediciones de la Tempestad, 2002). Ha publicado también el libro de relatos Sex (Editorial Egales, 2008) y la novela Deseo, placer (Inéditor, 2009).

«Memoria por correspondencia»: las cartas que revelan la terrible infancia de Emma Reyes

Yo pienso como tú, que un niño de cinco años que lleva una vida normal no podría reproducir con esa fidelidad su infancia. Nosotras, tanto Helena como yo, la recordamos como si fuera hoy y la razón no te la puedo explicar. Nada se nos escapaba, ni los gestos, ni las palabras, ni los ruidos, ni los colores, todo era ya claro para nosotras.


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Emma Reyes junto a su amigo y confidente el historiador Germán Arciniegas

La historia de Emma, aquella que comenzaba en el abandono más absoluto, era desconocida para la mayoría de las personas que se encontraban a su alrededor. El pacto que hicieron su hermana Helena y ella, siendo apenas unas niñas, fue el del silencio. Y así fue, al menos por su parte, hasta que se decidió a contarle a su amigo Germán todo aquello que había vivido, con la nitidez del recuerdo más ingenuo y aterrador.

Algunos años después de la muerte de Emma, acaecida en 2003, se publicaron las cartas que envió a Germán. El resultado es Memoria por correspondencia, un libro intergenérico donde se combinan el género epistolar y autobiográfico, con la novedosa incorporación de una narradora que es la misma Emma que vivió los hechos, y no la reconocida pintora afincada en París. La adopción de este punto de vista permite que la narración se vea salpicada de un incrédulo sentimiento de desposesión que deja entrever ciertos episodios de gran crudeza. En ocasiones, Emma narra sus vivencias como si se tratara de una novela de ficción. A excepción de unas pocas frases, especialmente aquellas fórmulas de cortesía en las que se dirige de forma explícita a su amigo, parece que hubiera una frontera infranqueable, una distancia creada expresamente para contener el dolor.

Una obra, en definitiva, que destaca por una vertiginosa narración, la cual permite a Emma recrear su propia infancia con la través de los ojos de la niña observadora que  antaño fue. Cartas como pinceladas de cuadros inacabados, donde quedan aún demasiados interrogantes. Quizá su escritura fuese la única manera de que ella lograse reconciliarse con un pasado que la persiguió hasta después de la muerte.

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Memoria por correspondencia de Emma Reyes

ha sido publicado en 2015 por Libros del Asteroide


Emma Reyes (1919-2003) fue una pintora y dibujante colombiana. Formada en París, trabajó en el estudio de Diego Rivera en México y más tarde en Italia. En 1960 se instaló en Francia, país en el que viviría hasta su muerte. Memoria por correspondencia es su única obra, publicada póstumamente tal y como ella exigió a la familia de Germán Arciniegas, su confidente y el mismo que la animó a contar su historia. El libro se publicó por primera vez en Colombia en 2012, y cosechó tal éxito que fue elegido «libro del año».

*La imagen destacada pertenece a una pintura de Emma Reyes titulada Rostro, realizada en 1958. Ha sido tomada de este blog.