‘Distancia de rescate’, la fábula de maternidad y miedo de Samanta Schweblin

“–Pero para mí era tan importante saber adónde iría, Amanda. Y ella que no, que era mejor no saber. Que lo importante era liberar a David del cuerpo enfermo, y entender que, incluso sin David en ese cuerpo, yo seguiría siendo responsable del cuerpo, pasara lo que pasara. Yo tenía que asumir ese compromiso

Este párrafo es solamente un ejemplo del ambiente claustrofóbico de la novela de Samanta Schweblin, que gira sobre la relación maternidad y las incertidumbres que vienen con ella.  La autora argentina narra su novela a través de la voz de una madre moribunda desesperada por saber qué ha pasado con su hija y una voz masculina que intenta, mediante un diálogo imposible, conseguir cierta información de ella, para hacerle comprender cómo se ha desatado su situación. Contada desde un hospital de un pequeño pueblo de provincias, el lector se encontrará con la duda de la identidad de este segundo narrador –es David, pero ¿quién es David, el hijo de su amiga, o un alma que ha acabado en su cuerpo? –, y la angustia de un pueblo envenenado.

Schweblin - Fotografía de Maximiliano Pallocchini para El Mundo

Samanta Schweblin, fotografíada por Maximiliano Pallocchini para el diario El Mundo

El terror del libro es tan sutil que, como a Carla y a Amanda, las protagonistas principales, no se nos es revelado hasta que ya es demasiado tarde para evitar los monstruos. El campo, ese espacio idílico que era escenario de calma y reposo, pasa a convertirse en el centro y culpable de la tragedia.

El escenario físico tendrá mucha importancia en la novela. En este ambiente rural vemos que las mujeres tienen un relativo ‘poder’, aunque este se vea limitado a la crianza de los niños, debido al desentendimiento de sus padres. Se refleja especialmente en una de las escenas finales, en las que estos padres ni saben ni se atreven a preguntar, pero también lo vemos en las madres acostumbradas a tomar las decisiones relevantes y ser las figuras de poder en esa aldea.

“No, esa no es la historia, eso no tiene que ver con el punto exacto. No te distraigas

Es que necesito medir el peligro, sin esta medición es difícil calcular la distancia de rescate. Así como al llegar revisé la casa y los alrededores, ahora necesito ver la casa verde, entender su gravedad

Distancia de Rescate - Portada

En este sentido, me llamó especialmente la atención la ‘mujer de la casa verde’, esa especie de bruja con paralelismos a lo que en el noroeste español  llamaríamos ‘compoñedora’, una especie de curandera que sobrevive de los tiempos en los que acceder a la medicina moderna era un privilegio. Ella es una de las tres figuras femeninas principales. Su diálogo es reducido, pero las consecuencias de sus acciones desencadenarán la trama central de la novela.

La mujer de la casa verde será la que ejerza sus poderes de curandera sobre los hijos de las otras dos figuras femeninas protagonistas, en teoría ‘salvándolos’ de la maldición en forma de veneno que pulula por el pueblo, pero al mismo tiempo infectando a sus madres con la duda de quién les habla desde los cuerpos que solían habitar los niños.

Samanta Schweblin (Buenos Aires, 1978) publicó ‘El núcleo del disturbio’, su primer libro, en 2002, y con él obtuvo los premios Haroldo Conti y Fondo Nacional de las Artes en Argentina. Licenciada en Imagen y Sonido por la universidad de Buenos Aires, publicó su segundo libro ‘Pájaros en la boca’ en 2009. Esta obra le proporcionó una beca DAAD en Alemania, país en el que reside desde 2012.

‘Distancia de rescate’, de Samanta Schweblin ha sido publicado en España por Penguin Random House Grupo Editorial, Barcelona, 2015.

El surrealismo en las ilustraciones de «Virginia Mori»

Sé que no estoy sola, me acompaña mi sombra. Es caprichosa; a veces adopta formas extravagantes y no siempre es fiel a mis movimientos, ni refleja lo que debiera. Otras veces no es una, sino varias las sombras que se proyectan de mi cuerpo. 

Sara Morante


Virginia Mori (Cattolica, Italia, 1981) estudió ilustración y animación en el Instituto de Arte de Urbino, lo que le ayudó a desarrollar su imaginación artística y le impulsó a realizar sus primeros cortos de animación. En 2008 ganó el “SRG SSR idée suisse” que le permitió crear el cortometraje de animación Il gioco del silenzio, galardonado con varios premios. Sus dibujos de tinta de bolígrafo negro han sido expuestos en numerosas exposiciones colectivas e individuales en numerosos países.

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La editorial El verano del Cohete ha preparado un volumen muy especial que reúne un conjunto de ilustraciones hechas a bolígrafo negro de la artista italiana Virginia Mori. Aparecen divididas en cuatro capítulos («Sucedió en esta misma casa», «La familia se reunió para cenar», «Arsénico en el azúcar», «Yo las bayas ni las toco») que pretenden dar una unidad temática y construir una narración. Además cuentan con la colaboración de Pilar Pedraza, doctora en Historia del Arte y profesora en la Universidad de Valencia, encargada del magnífico prólogo, y de cuatro mujeres que escriben unos breves textos, uno para cada capítulo, aportando su particular visión de los mismos. Son Sara Morante, que estudió artes plásticas en Santander y Dublín; Christiane Cegavske, artista y animadora de Stop Motion; Ana Sender, que estudió pintura e ilustración en la escuela de arte Massana; y Alejandra Acosta, que trabaja ilustrando volúmenes para varias editoriales.

La primera ilustración nos muestra a una chica de larga cabellera negra ataviada con un traje blanco –a diferencia del resto de imágenes, en las que la indumentaria es siempre negra– que abre una puerta que es también la portada de un libro gigante. Así nos invita a bucear a través de una velada plagada de imágenes oníricas y surrealistas en la que predominan los tonos oscuros, los cuerpos mutilados y desmembrados, las piernas que sobresalen por debajo del mantel y las cabezas que se esconden o salen disparadas. La protagonista de todas es la chica, vestida con un traje negro, calcetines blancos hasta las rodillas y zapatos oscuros, con un estilo que recuerda al uniforme clásico de los estrictos colegios de principios de siglo, y una melena lisa y también oscura. Nos observa con una mirada siempre inexpresiva, gélida. A medida que avanzamos en el relato nos vamos topando con el esbozo de actividades cotidianas, tales como jugar al tenis, a la Rayuela o comer un trozo de tarta, como algo grotesco y violento, y, según va avanzando la historia, sobre todo a partir del tercer capítulo, esa violencia empieza a estar relacionada con la presencia de otras personas. En casi todas nos topamos con una especie de efecto espejo cóncavo en el cual la doble diabólica se refleja invertida o haciendo patentes el sinsentido y la violencia de la realidad.

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En el libro hay una clara progresión que culmina en el último capítulo, en el que dialoga con la protagonista de Alicia en el País de las Maravillas. El problema es que aquí los conejos son negros y, de nuevo, su doble. La persiguen y torturan cual pesadilla recurrente que acaba venciéndola. Virginia Mori denuncia el desfase entre su pensamiento y la realidad física, metaforizada en el cuerpo. Así, mediante las imágenes surrealistas representa a menudo la cabeza de la chica separada y en un nivel superior al del cuerpo. De esta forma rechaza la cotidianidad en la que odia hallarse inmersa. Sin duda, peculiar reflexión que, mediante lo visual, nos habla de nuestro propio entorno. Impactante y espectacular volumen que no debemos pasar por alto.

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Virginia Mori fue publicada por la editorial El verano del Cohete en 2014

«Me gustaría» una obra poliédrica de Amanda Mijalopulu

Normal es tener un trabajo que te saca todos los días de la cama y te cierra la llave de paso de los pensamientos. Vivir en una fábrica grande con ruidos y que te digan haz esto, haz lo otro, hora del descanso, come algo, duerme y, cuando nadie te vea, llora un poco si quieres. Son las seis pasadas, miércoles por la mañana, y nosotros vamos a tomarnos un par de aspirinas y a tumbarlos un rato. A sentirnos inútiles una vez más.


Amanda Mijalopulu (Atenas, 1966) es escritora. Estudió Literatura Francesa y Periodismo, oficio al que se dedicó como columnista en los principales periódicos de su país. Actualmente trabaja en el Centro Nacional del Libro de Grecia. Ha publicado novelas, cuentos y algunas obras destinadas al público infantil. Recibió el Premio de la Revista Revmata por Life is colourful outside (1994) y el Premio Diavazo por Wishbone Memories (1996). La traducción de Me gustaría ganó, también, el Premio Internacional de Literatura de la National Endowment for the Arts en los EE.UU el año en que se publicó, 2008. Su última novela se titula How to hide y fue publicada en 2010. Entre sus influencias más destacables están los grandes Borges y Calvino. Su obra ha sido traducida a más de diez idiomas.

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Poco sabíamos en España de Mijalopulu hasta que la editorial Rayo Verde publicó su primer libro de relatos, allá por el 2012. Hasta entonces no habíamos tenido la oportunidad de leer en español a esta autora. Toda apuesta entraña un riesgo, y en este caso, acertaron.

Me gustaría es, como reza su contraportada, «un texto de trece relatos», a lo que la autora añade, en una nota final: «versiones de una novela que no está escrita». De esta forma, los trece relatos son, al mismo tiempo, dependientes e independientes. Los personajes van saltando de uno a otro, pareciera que todo obedece a una misma desestructura en la que, si buscamos, hay nexos de unión. Una suerte de puzzle literario que combina surrealismo y, en ocasiones, elementos del realismo mágico y la narrativa más fantástica.

En los relatos hay desdoblamiento, dobles narradores, autorreferencialidad, historias dentro de historias, incluso una magistral no-entrevista con un Gran Escritor. Momentos que narran la sexualidad con gran crudeza, historias acerca de las dificultades de la maternidad, infidelidades que no son tales. Las historias que nos cuenta Mijalopulu se caracterizan por dos cosas, igual de importantes: la presencia de múltiples voces narrativas, y una ausencia de linealidad que choca frontalmente con la narrativa clásica y que, sin duda, se parece más a la vida que a la propia literatura.

Porque lo que le interesa a Amanda, al fin y al cabo, es desentrañar nuestro mundo real, el de todos los días. Y para ello, el relato es la forma narrativa más adecuada: «Prefiero los relatos. Son más cercanos a la escala humana. Las novelas son intentos desesperados de control; los poemas, delirios de grandeza.»

En definitiva, una obra rica en lecturas y desbordante de imaginación, en una edición magnífica y bellamente ilustrada para una de las pocas escritoras griegas accesibles a día de hoy en nuestra lengua.

Os dejamos aquí una entrevista a la autora.

Me gustaríaMe gustaría, de Amanda Mijalopulu, ha sido publicado por Rayo Verde Editorial en mayo de 2012.