«Mujeres», el libro-genealogía de Isabel Ruiz

En las pasadas fiestas navideñas, me regalaron el libro de Mujeres (2016) de Isabel Ruiz Ruiz. Mientras lo hojeaba, mis primas y primo pequeños hicieron un corrillo a mi alrededor llamados por los dibujos de mujeres de ojos grandes. Ellos, que están empezando a leer libros de hojas grandes con muchos dibujos, se pasaban la obra los unos a los otros e iban leyendo. “¿Qué es una activista?”, “¿qué es una feminista?”

e66efb_2cfac1ef69fa4076bbf053cbe38afe0d-mv2_d_3508_2480_s_4_2

Resulta curioso cómo la nueva oleada de ilustradoras ha puesto sobre la mesa el disfrute de los adultos (lo vemos también en esos libros de colorear “para mayores”). Pues bien, “Mujeres” es un libro que se disfruta. Es un libro para leer tranquila mientras se toma un té. Un libro para relajarse y perderse en sus trazos, en la textura de sus tapas.

Pero “Mujeres” es también un libro para compartir; un libro que puede acercar a estas dieciocho mujeres a las pequeñas de la casa. Mujeres que no podemos obviar por más que quienes diseñan sus libros de texto se empeñen. Mujeres a las que citar, a las que recordar. Mujeres a las que dibujar sobre todos los papeles que encontremos por la casa.

Este libro autoeditado nació en 2016 y ya ha visto nacer a su hermano, Mujeres 2. Podéis adquirirlos aquí.


Isabel Ruiz Ruiz es licenciada en Bellas Artes y Diplomada en Dirección de Fotografía. Además de Mujeres, ha publicado Mujeres 2 y La estación de las hojas.

Hacia una nueva sentimentalidad: Lo demás, de Robin Myers

Paso mucho tiempo acorazada en los subterráneos. En los trayectos diarios bajo tierra descubro a Robin Myers, sin duda uno de esos momentos propicios para acercarme a una nueva sentimentalidad poética: la que da justo en el blanco de los corazones raídos pero vivos, la imagen justa de la portada de esta edición de Kriller71: café, frutas, galletas y un color muy blues en la composición. La vida cotidiana atravesada por la lucidez de la lucha.

Los poemas de Myers me atraviesan: quizá porque acabo de despertarme, porque el pelo me huele todavía a mango, porque soy una esponjita que va absorbiendo sus palabras, sus versos. Me doy cuenta de que cuando encuentro poemas tan particulares, tan nítidos, tan certeros y sensibles, apenas puedo explicar mucho más: Lo demás es una antología que habla por sí sola. Se nutre de la vida, de esa vida desplazada, de esos tactos milagrosos, de esa incomunicación latente que nos atraviesa todas y a cada una de nosotras, de nosotros.

El pequeño libro se abre con una pregunta: «¿De qué se trata en realidad, esta necesidad (…) de abrirse paso a fuerza de metáforas (…)?». De un lado, interrogantes devastadores. De otro, la realidad como fuente de trabajo poético. No parece nada nuevo, y sin embargo algo me induce a pensar que estoy frente a poemas terriblemente lúcidos, y digo terriblemente porque la lucidez siempre lo acaba siendo. «Yo, si pudiera, viviría de un fogonazo cegador a otro, si aquello no entrañara alguna forma de desesperanza (…)».

Pero, ¿de qué nos habla la poesía de Myers?  Ella escribe: «Todo contacto es un obstáculo.». Y narra esos obstáculos. Y, al mismo tiempo, va creando historias. Historias-poema sobre cómo ella es capaz de tocar, o no. Sobre cómo oponernos, cómo luchar. Sobre la vida como lucha suprema. No ya solo por la supervivencia. Sino por la comunicación.

Se la pasan hablando de que el mundo está roto,
¿pero acaso no está riesgosamente entero,
aunque amenace siempre con quebrarse?

los muchachos que están despatarrados y apiñados
sobre los escalones del colectivo en movimiento,
los estantes colmados, los aviones
grávidos, el pavimento solamente un modo de endurecer la piel
de la cosa, la cosa,
el aro un mero adorno
de la barrera, los grafitis tan sólo un comentario
acerca de la piedra, los meniscos de la leche
apenas un intento por imitar la olla que se calienta al fuego.

¿Dónde está el fin?
¿Qué va a ser necesario para ablandar las superficies?
¿Para quebrar los bordes?
¿Vas a ayudarme en algo?

Tomamos la cerveza del pico, derramamos
encima de la mesa espuma, que deja una película insignificante,
nos movemos rozando el mimbre de las sillas,
chocamos las rodillas mientras aguardan nuestros huesos
en la cálida vaina de sus jeans.

Los limones,
cortados por sus vientres
y puestos en un bol,
son la única genuina violación del día.

Portada-Robin-Web

Lo demás apareció a finales de 2016 en Kriller71 Ediciones


479351_571035887382_58797824_o (1)

*fotografía de Bekriah Mawasi

Robin Myers (Nueva York, 1987) es traductora y poeta. Licenciada en Letras Inglesas por parte del Swarthmore College (EE.UU.) Estudió la poesía de América Latina y su traducción en Buenos Aires y actualmente reside en la Ciudad de México. Fue nombrada Fellow of the American Literary Translators Association (ALTA) en 2009. Lo demás es su primer libro de poemas traducido al español.

Donde todo termina abre las alas, el vuelo de Blanca Varela

Quizás solo a través de un poemario que reúna la poesía de 51 años completos de la escritora peruana Blanca Varela pueda uno tener una panorámica de la paleta de sensaciones que la autora transmite con palabras perfectamente elegidas. No hay signos de puntuación que separen sus versos, ni puntos finales que lo terminen; no hay comienzos ni palabras en mayúscula, solo un poema en proceso que te deja expectante, pendiendo de una imagen proyectada desde la fuerza de la palabra.

Resultado de imagen para blanca varela donde todo termina

“[…]

y que nosotros

los poetas los amnésicos los tristes

los sobrevivientes de la vida

no caemos tan fácilmente en la trampa

y que

pasado presente y futuro

son nuestro cuerpo

una cruz sin el éxtasis gratificante del calvario

y que no hay otra salida

sino la puerta de escape que nos entrega

a la enloquecedora jauría de nuestros sueños

[…]”

Así como no hay principio ni final, no hay nacimiento ni tumba, ni causa ni lugar, solo una luz efímera, una estrella fugaz que así como vino se fue, dejando una incertidumbre como estela, un sonido más atractivo que el silencio que nos impregna por cada poro. Tal vez sea necesario recordar algunas palabras que el poeta mexicano Octavio Paz le dedicó a nuestra escritora con las que insistía en que “la poesía de Varela es una conquista del silencio mismo, así como el canto solitario de una muchacha peruana, el más secreto y tímido, el más natural”.

En varias ocasiones, y como suele suceder con la poesía en general, lo importante no es tanto lo que la palabra significa, sino lo que suscita. Blanca hace uso de la palabra flor, por ejemplo, con mucha frecuencia a lo largo de sus páginas; sin embargo, pocas veces la flor es una planta: es crimen, es trampa, es pájaro, es cristal, puede ser todo lo que uno recree en su pensamiento, aunque la flor de Varela se mantenga secreta en los confines del Perú.

“sé que un día de estos

acabaré en la boca de alguna flor”

Resultado de imagen para blanca varela

Blanca Varela nació en Lima en 1926 y es considerada una de las voces más importantes de la generación peruana de los años cincuenta y de toda América Latina. Estudió Letras y Educación en la Universidad de San Marcos y a partir de 1947 empieza a colaborar en la revista Las Moradas, lo que le permite entrar en contacto con la vida artística y literaria del momento. Vivió largas temporadas en París, Florencia y Washington, pero fue Lima la ciudad que cobijó su último suspiro en el año 2009.