– Sí. Gracias. Creo que deberíamos pedir amor más a menudo, suplicarlo, ¿no te parece? Es extraño como esa palabra asusta a la gente. Sin embargo, todos necesitamos amor. Incluso Dios necesita amor. Supongo que por eso nos creó.
– Hizo un mal negocio – comentó Marian sonriendo.
Iris Murdoch, nacida en Dublín en 1919, es considerada una de las novelistas más importantes del siglo XX. Criada en el seno de una familia acomodada de clase media, escribió su primera novela, Bajo la red (considerada por la revista Time como una de las 100 mejores novelas de la literatura inglesa del XX), en 1954, aunque antes había publicado ensayos sobre filosofía, incluyendo el primer estudio escrito en inglés sobre Jean-Paul Sartre. Iris Murdoch publicó veinticinco novelas más, entre las que cabe destacar El castillo de arena (1957), La campana (1958), La cabeza cortada (1961), El sueño de Bruno (1969), El príncipe negro (1973, Premio James Tait Black Memorial), Henry y Cato (1976), El mar, el mar (1978, Premio Booker) y El caballero verde (1993). En 1995 comenzó a padecer los devastadores efectos del mal de Alzheimer, que al principio atribuyó a un mero “bloqueo de escritor”. En 1997 fue galardonada con el Golden Pen Award por toda su carrera. Falleció en 1999, y sus cenizas fueron esparcidas por el jardín del crematorio de Oxford.
Cuando Marian, una joven curiosa y sensible, es trasladada a Gaze para trabajar como institutriz apenas tiene idea de lo que le espera. Encerrada en una suerte de castillo-prisión la aguarda Hannah, una mujer de rasgos mitológicos y espíritu angelical cuya historia parece estar escondida de todos. Una extraña comitiva de familiares y sirvientes guarda a esta mujer, como un unicornio, del exterior, por motivos que Marian desconoce. Pronto la joven comprenderá que todos en esa casa guardan algún extraño secreto y que Gaze dista mucho de ser un hogar como otro cualquiera.
La fantástica capacidad de Murdoch por hacer ver las entrañas del alma humana hace de El Unicornio una novela emotiva, escalofriante y misteriosa sin que ella aconteza ninguna de las típicas acciones que le dan a una novela estas características. Lo profundo de las obras de Iris Murdoch parte más de su tremendo afán de desenterrar los deseos humanos que de muertes, asesinatos o intrigas policíacas. En su narrativa, como ya se puede ver en otras grandes obras como La Campana, priman los espacios cerrados: caserones donde se condensan sentimientos, emociones y miedos. Alrededor de Hannah, Murdoch consigue construir un mundo aparte de la sociedad de su época: una serie de personajes que viven por y para salvaguardar una rutina en ocasiones destructiva; en otras simplemente increíble.
El Unicornio tiene más trazas de novela decimonónica que contemporánea, aunque la sutil rebeldía de la escritora se hace patente en muchos de sus diálogos. Los personajes tienen poco de convencional, y los espacios místicos que Murdoch es capaz de crear se convierten en un hervidero de pasiones. Nada de lo que acontece en Gaze parece normal y, sin embargo, es tremendamente humano. A medida que Marian va descubriendo los porqués de la vida en la casa, se va adaptando a ella, va comenzando a supurar emociones, a temer y amar a un tiempo a los habitantes de ese lugar casi mágico, a proteger a Hannah en lugar de ser su institutriz. La eterna diatriba entre libertad y seguridad atenaza la obra, convirtiéndose el hogar por momentos en una cárcel, y los habitantes en una suerte de carceleros.
Iris Murdoch es capaz, en esta novela, de hacer florecer los más intrépidos sentimientos humanos sin recurrir, por ello, a un argumento enrevesado. Los diálogos y los monólogos interiores destacan en esta historia, donde lo más vulnerable es protagonista, y el resto contingente. Una buena forma de acercarse a la obra de Murdoch, y una manera – quizás mejor – de descubrir buena literatura.
El Unicornio está publicado por la Editorial Impedimenta.