«Catársis», poemas inéditos de Rahma Dayra

Por Carmen Diez Salvatierra

El aliento sigue expulsando años de divagaciones,

sepulturas infernales,

vientos vueltos grietas llenas, templadas

como entrañas retorcidas en trofeos

de inexistir. Perpetuo es el camino.


Rahma Dayra (Sevilla, 1990) es poeta y estudiante. Ha vivido en Sevilla, Alicante y Granada. Actualmente termina el Grado en Estudios Árabes e Islámicos en la Universidad Sidi Mohamed Ben Abdellah de Fez (Marruecos). Toda su obra poética permanece inédita a la espera de una oportunidad de ser publicada. Esta reseña analiza Catársisun conjunto de poemas escritos recientemente.

No voy a mentir: conozco a Rahma desde hace más de diez años, y eso me permite saber más de lo que suelo saber cuando me siento a reseñar a cualquier otra autora. He sido espectadora y también partícipe de su evolución poética, que con el tiempo se ha ido replegando en sí misma para adquirir un estilo propio que vacila entre la más absoluta posmodernidad y el misticismo más inefable. Sin duda parece contradictorio, pero creo que la buena poesía está hecha de contradicciones.

Dentro del círculo, figura recurrente en los poemas de Dayra, hay espacio suficiente para emociones y formas de estar y sentir el mundo que no pueden deshacerse del propio origen, sea este sevillano o andalusí, en un contexto específico de crisis capitalista, y mucho más allá, de crisis de los grandes relatos, e incluso, del propio concepto de verdad. La manera en que entendemos el mundo está siendo deconstruida, y al tiempo que nos produce esperanza, también nos hace sentirnos indefensas.

Sin embargo, la escapatoria que alberga esperanzas, ya no rectifica y deja abiertos 
campos, como esquemas momentáneos que rotos desvían hallados los últimos restos de un 
naufragio. Al fondo, bajo una perceptible muralla, los alaridos vuelven a tornarse, 
degenerando en huellas. Intuyo que ya no es silencio lo que toca el suelo.

En Catársis no hay homogeneidad ni estructura. Se combinan la prosa poética con el verso libre, e incluso hay espacio para pequeños fragmentos ensayísticos. Es una voluntad de encajar armónicamente diferentes formas de expresión. Sin embargo, se trata de una pretensión totalizadora de carácter fundamentalmente heterodoxo.

El sincretismo por tanto, es la parte esencial de nuestra teoría armonizada desde todo vínculo causal entre la materia y el espíritu. La ramificación de los elementos 
componedores del bucle, será la partida inicial desde la que se vertebrará todo nuestrosistema perceptible.

La critica a la falsa individualidad occidental se desprende de versos como los que siguen, a través de una potente metáfora de la permeabilidad como es la esponja, lo que sin duda recuerda al axioma derridiano » el yo no existe». A la idea de impersonalidad se contrapone, no por casualidad, el renacimiento, casi como una imposición. Casi como la que quizá sería la única salida…

Me he quedado sin aire, en el egocentrismo del habitáculo, / cerrado entre esponjas que / mojadas recubren la impersonalidad / que ya sin serlo se niega atrozmente. // Quiso siempre parar. En un caravana arrojada por caminos eternos. / De golpe surcó entre aguas mansas por todo. // Renácelo.

En el tiempo de la superficialidad postmoderna de la existencia, de la degradacíón de lo trascendente, surge revivificadora esta obra poética como ataque directo a nuestro sentido espiritual. La palabra, el símbolo y la obra poética en su conjunto sobrepasa la mera expresión estética, adoptando una actitud integral, contemplativa y en definitiva esencialista.

Abdel PS

«Erosión en paisaje» o la sentimentalidad rocosa, por Teresa Soto

Por Carmen Diez Salvatierra

Hostigaba el camino de tan repetido

mañanas y mañanas. Condena

de tan idéntica. Mismo semáforo,

mismas huellas, mismo aliento frío.

Materia toda del trabajo por hacer. 


 Teresa Soto (Oviedo, 1986) es licenciada en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada por la Universidad de Granada. Tiene un Máster en Literatura por la Universidad de Colorado, Boulder, que realizó gracias a una Beca Fullbright. Asimismo, fue lectora MAEC-AECID en Ayn Shams (El Cairo, Egipto). Actualmente reside en Madrid. Tiene publicados tres poemarios: Un poemario (2008) que recibió el Premio Adonáis de Poesía, Erosión en paisaje (2011) y Nudos (2013). Asimismo, algunos de sus poemas fueron incluidos en la antología Poesía en mutación (2011) de Alpha Decay.

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He aquí el que fue segundo poemario de Teresa Soto, publicado hace ya tres años, cuando la autora contaba apenas con los 25. Una bellísima edición, como todas las de Vaso Roto, sirve de contenedor a una obra de estructura cuidadosamente meditada. «Erosión en paisaje» parece remitir a una mermada geografía; aquella del cuerpo doliente, erosionado, precisamente, por la ausencia y el abandono. No es casual que el último verso de la tercera y última parte, «Anatomía del fruto», sea:

Son útiles, qué duda cabe, los abandonos.

De nuevo la poesía se concibe como hija sucesoria de un fracaso amoroso, como su único resultado. Y también, dice Sánchez Moreiras en Culturamas:  «como la historia en tres etapas de un daño y su sanación». A la vez, pretende hacer perdurable todo ese tiempo y espacio compartidos con la persona amada.

Precisamente el espacio es de gran importancia para Teresa, y muy concretamente el espacio natural: esta es una característica nada exigua de su poética, que la diferencia de otras voces coetáneas. Puede que sea casual que haya nacido en Asturias, y que por esta razón muchos de los poemas se vean dominados por un tono bucólico. Aunque decir bucólico es poco, ya que la autora actualiza imágenes relativas al mundo vegetal que le sirven, al mismo tiempo, en las descripciones del objeto de su devoción:

Es el rostro tuyo que florece

bajo esta luz. (…)

Campo de maíz, tus ojos. Calas y los primeros

narcisos que salieron frente a la casa, aquellos

que sobrevivieron a la nieve,

epítomes nuestros de dureza y suavidad.

Si bien son continuas las referencias a los elementos de la naturaleza, hay espacio para otras voces, voces que son disidentes y que demuestran la calidad y sabiduría de la autora, capaz de dominar tonalidades poéticas bien dispares. Me remito aquí al poema con el que he querido empezar la reseña, el cual podría fácilmente emparentarse con aquella corriente conocida como poesía de conciencia. La crítica a lo mecánico y a lo rutinario se hace belleza y esto es lo poderoso.

Erosión en paisaje es un poemario trabajado y asombrosamente depurado. Sin duda requiere un nivel de erudición y de atrevimiento por parte de las lectoras y los lectores que se le aproximen. Es el precio que se paga por gozar de la poesía en las rocosas alturas.

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Erosión en paisaje ha sido publicado por Vaso Roto

Extrañamiento en flor. «Todo ajeno» de Natalia Litvinova

Por Carmen Diez Salvatierra

 Corte

Hay hombres con la delicadeza bruta de los pájaros.

Por mirarme abren el aire, deshilachan al viento.

Si me acerco a ellos, si logro acercarme,

me harán un corte invisible.


Natalia Litvinova (Bielorrusia, 1986) es poeta y traductora. Vive en Argentina, donde dirige la colección de traducciones de Melón editora. Coordina la sección de letras argentinas de la Revista Ombligo, y también da cursos sobre poesía y escritura acompañada de Javier Galarza. Mantiene un blog llamado «Animales en bruto» donde cuelga sus traducciones de poetas rusos. Ha publicado, además de Todo ajeno (2013) Esteparia (2010), Balbuceo de la noche (2012), Grieta (2012), Rocío animal (2013) y Cuerpos textualizados (2014), este último escrito junto con Javier Galarza.

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Algo en Natalia nos remite a la pureza. Pureza en el espíritu que termina siendo devastada, casi descreída. En el principio, una gran metáfora del error vital: Le arranco los botones a la camisa del que no la lleva. Una equivocación que nos anticipa una de las obsesiones de la autora: la complicada relación del sujeto poético consigo mismo y con sus semejantes. La poesía, entonces, se erige precisamente en salvación y espacio seguro. Replegada en sí misma, pero igualmente desolada en las relaciones sociales y afectivas.

Sus breves pero esclarecedores poemas nos remiten, casi imperceptiblemente, a una crítica emocional del feroz individualismo en nuestro mundo capitalista: Toda esta sombra perra sola como la gente. La cercanía que no deja huellas, la memoria traicionada por el olvido: Perder es un misterio. Aprendemos, casi inconscientemente, a deshacernos de todo aquello que nos hiere, para terminar viviendo en una falsa ligereza. El cuerpo es quien porta y evoca las antiguas sensaciones, quien atestigua su verdadera existencia. Quien, en definitiva, sufre el riesgo, la «marca» y las peligrosas apetencias: Me estremezco porque este cuerpo / descuidó sus fronteras / en busca de más.

De igual manera, los poemas de Natalia nos introducen a una reflexión metapoética, como si de sentencias se trataran. Su lucidez es extrema: la inutilidad de las palabras como medio de expresión de los sentimientos humanos, La intimidad se fuga con las palabras, o la escritura como trampa redentora: Escribir es ir hacia la herida para curarla con veneno.

Siendo así, la extrañeza que se desprende  de la poesía de Litvinova es fácilmente contagiosa. Extrañeza y extrañamiento o остранение, haciendo un uso no casual del concepto de los formalistas rusos. Pero cómo no sentirse desarraigada ante  la extrañeza que sigue, paradójicamente, al continuum de experiencias vitales.  La ausencia de lugar o la proliferación de lugares (in)habitables fruto de una amalgama de identidades -bielorrusa y argentina- explica quizá el carácter fragmentario de sus poemas, cercanos a la prosa poética al aparecer en frases cortas. Son pequeñas fracturas, grietas que luchan por derribar un muro impenetrable. El mundo: Ajeno como todo lo que es mío.

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Todo ajeno ha sido publicado por Vaso Roto en 2013.