Marte es la historia de una relación; la última carta que todos quisimos y sólo Carmen D. Salvatierra se atrevió a enviar. En ella repasa todo el camino: cómo entregamos las vulnerabilidades con las manos temblorosas al ser amado, cómo nuestros cuerpos se convierten en una guerra de guerrillas, cómo (poco a poco) se disuelve la sombra en la que nos amparábamos, cómo (poco a poco) la nueva luz acaricia nuestra nuca, y finalmente, lamerse las heridas. La historia de una relación que podría ser la de cualquiera. Una historia que desde el principio nos transmite tímidas pulsiones que nos hacen entrever el final al cual se ve avocada.
Ella sabía
lo sabía
de caminos anclados y una flor tibia
nubes, imágenes aferradas
a un holocausto perpetuo
de nieve remota, de niños gritando
y llorando en las alfombras.
Lo más bello que nos regala la autora con Marte es dejar que nos asomemos a su verdadera percepción de la relación. A cómo vivió ella el camino al lado de aquella persona. Pensad: ¿qué amiga os permitiría tal privilegio? Nadie escapa del “me va bien” dicho con los labios tensos.
Al final del poemario, la poeta se restituye y comienza a armarse. Intuimos que la verdadera tormenta estallará en el siguiente acto, el próximo poemario:
Corréis, incapaces, hacia deseos inútiles.
Nadáis en la superficie de la superficie.
No hay palabras ni actos: el ser se reduce a ocupar un espacio lineal, inalterado, convencido de las ventajas incuestionables de la actitud optimista.
Quiero vomitar en nuestra falsa tranquilidad, destruir los cimientos de la ortodoxia vital que os pertenece. Perturbaros.
Cerrar los ojos ante la guerra no implica que esta no exista.
No os consoléis con los bálsamos que os ofrece el enemigo; la única vida posible es la que arde, cada día, en nuestro corazón.
Una historia necesaria para la autora y para todas. El relato de cómo se construye una misma tomando como trozo de mármol la felicidad y como cincel el dolor. Quizás a lo largo de la lectura sintamos la necesidad de gritarle a la protagonista que se salve. Que se esconda en sombras más largas y serenas. Pero es ella misma quien debe ser su propio refugio y quien nos recuerda que todas somos Carmen D. Salvatierra: la que se duele y se salva a sí misma con el único arnés, la única garantía, de la búsqueda constante.
Carmen Díez (Sevilla, 1990) es poeta y profesora de español como lengua extranjera. Licenciada en Humanidades por la Universidad Pablo de Olavide,hizo su estancia Erasmus en la Universidad de la Sorbona. Tiene dos másters, uno en Literatura Comparada y Crítica Cultural por la Universidad de Valencia, y otro en Estudios Lingüísticos, Literarios y Culturales por la Universidad de Sevilla. Ha resultado finalista y ganadora en algunos premios literarios. Ha participado en medios como Rebelión, Píkara, Cámara Cívica y Universo La Maga. En 2011 escribió Los pájaros perdidos (2011); Marte (Ediciones en Huida, 2015) es su segundo poemario. En la actualidad escribe su tercer poemario.