El doble como estrategia de denuncia en “Cuando las mujeres quieren a los hombres”, de Rosario Ferré

Tú fuiste el culpable, Ambrosio, de que no se supiera hasta hoy cuál era cuál de las dos, Isabel Luberza recogiendo dinero para restaurar los leones de yeso de la plaza que habían dejado de echar agua de colores por la boca, o Isabel la Negra, preparando su cuerpo para recibir el semen de los niños ricos, de los hijos de los patrones amigos tuyos que entraban todas las noches en mi casucha alicaídos y apocados, arrastrando las ganas como pichones moribundos con mal de quilla, desfallecidos de hambre frente al banquete de mi cuerpo; Isabel Luberza la Dama Auxiliar de la Cruz Roja o Elizabeth Black, la presidenta de los Young Lords.

(“Cuando las mujeres quieren a los hombres”, Papeles de Pandora, 1976)


Rosario Ferré (1938) es una de las principales escritoras puertorriqueñas, quizás la única que goza de reconocimiento fuera de su país. Es autora de numerosos libros de relatos y novelas, así como de ensayos y poesías. De su producción destacan, sobre todo, Papeles de pandora, La casa de la laguna y A la sombra de tu nombre. Al pertenecer a una de las familias mejor posicionadas de la isla, su obra representa un ataque frontal a la burguesía del momento y a la estructura patriarcal. Recibió el premio “Liberatur Prix” en Frankfurt, Alemania, en 1992.

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En este relato, Rosario Ferré nos muestra, mediante una elaborada técnica en la que el punto de vista del narrador intercala la perspectiva de las dos mujeres protagonistas, la ruptura silenciosa de los roles de género. En el texto asistimos a la narración de las vidas de la mujer y de la amante de Ambrosio tras la muerte de este. La trama del cuento nos aleja de las clásicas narraciones en las que el hombre es siempre el personaje central para adentrarnos en las desventuras del personaje femenino, que suele ser secundario y un mero apoyo para definir al principal.

Ferré comienza con una muerte al más puro estilo de “El aleph» de Borges: anunciando el fallecimiento de Ambrosio, que se convertirá, al igual que Beatriz Viterbo, en un peculiar McGuffin, ese elemento que no está presente pero que condiciona toda la trama. Lo más interesante es que no es un juego puramente narrativo o estilístico: traspasa la estructura literaria para convertirse en un símbolo del androcentrismo de la sociedad. La autora nos muestra a estas mujeres que representan los dos esteorotipos clásicos: el ángel y el demonio, la donna angelicata y la femme fatale, la señora y la prostituta, la blanca y la negra. Lo que se propone es evidenciar cómo los roles que adoptan las mujeres han sido reducidos a una simple oposición binaria que no parte de ellas, sino del punto de vista masculino. 

La autora utiliza, en un magnífico juego de deconstrucción cultural, la figura del doble para integrar en uno los dos tipos de mujeres que han sido reconocido. Ya en la cita que utiliza como epígrafe del cuento, “Conocemos solo en parte y profetizamos solo en parte, pero cuando llegue lo perfecto desaparecerá lo parcial. Ahora vemos por un espejo y oscuramente, mas entonces veremos cara a cara”, se pone de manifiesto. Son personajes a los que Ambrosio, como representante simbólico del poder patriarcal, ha hecho imperfectos, incompletos, maniqueos. Y son personajes que aprenderán, a lo largo de los años, a vencer el rol impuesto y a vengarse mediante la transgresión del orden. Imprescindible.

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Papeles de Pandora fue publicado por la Editorial México en 1976.

La voz de las silenciadas. «Pasión de Historia y otras historias de pasión», de Ana Lydia Vega

¿Cómo decir la muerte de Malén? ¿En boca de quién ponerla? ¿De la vecina temerosa que no abrió la puerta? ¿Del retén del cuartel, eslechado de admiración ante el relato del asesino que se entrega? ¿Del amante de turno, apestoso a cerveza y nicotina, mientras oye por radio el final de su soirée frustrada? ¿Del estudiante de medicina que levanta la sábana y queda hipnotizado por la carne marcada de una mujer ausente? ¿Quién contaría a Malén, quién diría la verdad, si ella estaba muerta? (Del relato “Pasión de Historia”)


Por Amelia Gestoso Pérez

Nacida en Santurce, Puerto Rico, Ana Lydia Vega es una de las narradoras de finales del siglo XX más destacadas de su país. Sus relatos han recibido el elogio unánime de la crítica y figuran en importantes antologías latinoamericanas, norteamericanas y europeas del género. Vírgenes y mártires, libro que recoge sus primeros cuentos, fue un resonante éxito de librería. Encancaranublado y otros cuentos de naufragio obtuvo el premio Casa de las Américas en 1982. Pasión de Historias y otras historias de pasión reúne una serie de relatos de corte policial-humorístico que sirven de pretexto para la sátira social y la parodia literaria. Ganó en París el premio Juan Rulfo internacional en 1984.

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Con Pasión de Historias y otras historias de pasión Ana Lydia Vega nos presenta un magnífico libro de relatos tremendamente ágil e inteligente. Dividido en dos partes, encontramos una primera que contiene “Pasión de historia”, “Ajustes S.A.”, “Tres aeróbicos para el amor” y “Caso omiso” y una segunda con “Delito sin cuerpo”, “Más acá”, “Salto vital” y “Sobre tumbas y héroes”. A pesar de la enorme complejidad que presenta podríamos decir que se enmarca dentro de la denominada literatura postmoderna. Esto se debe a la dificultad que encontramos para delimitar el género -el cual podría corresponderse a la parodia a caballo entre la novela negra y la gótica-; a los diversos formatos utilizados a lo largo del libro -narración en primera persona, epistolar, diario, periodístico, judicial…-; a las continuas referencias intertextuales a filósofos, literatos, personajes, películas y directores de cine; a la metanarración.

Con todos estos elementos la autora construye una serie de historias que pretenden desenterrar la voz de los silenciados, de los olvidados. Para ello se nutre de dos núcleos temáticos principalmente relacionados con las jerarquías sociales y la violencia ejercida desde el poder. Parte de la investigación detectivesca en clave humorística para denunciar, por un lado, la estructura patriarcal que, además de justificar y esconder el feminicidio, mantiene los roles de género. La autora trata de visibilizar los comportamientos tan normalizados en esta línea. Por otro lado y manteniendo una fuerte relación con lo señalado, pone de manifiesto la necesidad de rescatar para la identidad nacional a los caídos en la causa independentista puertorriqueña. Todo esto acompañado de una continua reflexión sobre la creación literaria y la relación del texto con el receptor o lector que nutre la trama de referencias metaliterarias y de un uso del lenguaje que es, sin duda, un acierto, plagado de neologismos, anglicismos, vulgarismos e indigenismos.

Ana Lydia Vega es, a todas luces, una de las voces más originales del panorama narrativo antillano y una más que recomendable opción si se busca una literatura que nos aporte algo más que mero entretenimiento.

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Pasión de Historia y otras historias de pasión fue publicado por Ediciones de la Flor en 1987.