Laura.- No sé… No sé… (Bebe.) ¿Sabes una cosa? Esto me gusta. ¿Sabes otra? Estás nostálgica como un muerto. Sí, estás como muerta. Joven, muy joven, bonita, pero… La fama y el dinero te han hecho demasiado perfecta. Increíblemente perfecta.
María.- Tú estás vieja.
Laura.- ¿Te alegras?
María.-(Ríe.) Sí.
Laura.- Pero estoy viva. Mira, mírame.
María.- Y sigues siendo mala.
Laura.- ¿Sigo? No has cambiado nada. Sigues necesitándome.
María.- Ya no. He continuado sin ti y lo tengo todo. Tú la grande, la genial, Laura Antón, ¡plaz!, al pozo.
Laura.- Y sin embargo me sigues necesitando.
Paloma Pedrero nació en Madrid en el año 1957. Es actriz, directora y autora teatral. Se licenció en Sociología (UCM) y se diplomó en Psicología Gestáltica (Instituto de Florencia). Ha publicado y estrenado más de treinta obras. Algunas muy famosas como: La Llamada de Lauren; El Color de Agosto; Besos de lobo; La isla amarilla; Locas de Amar; Una Estrella; Cachorros de negro mirar; Beso a Beso, Caídos del cielo; En la otra habitación. Sus obras han sido traducidas a quince lenguas y se representan habitualmente en teatros de todo el mundo. Esto la convierte en una de las figuras del teatro español contemporáneo más importantes.
El color de agosto, escrita en 1987, es una de las primeras obras de teatro de la madrileña. Muestra el reencuentro de dos amigas, María y Laura, tras ocho años de separación. La autora nos conduce a través de un juego metateatral en el que las protagonistas, víctimas de una amistad destructiva y emocionalmente dependiente, se empeñan en ocultar su identidad y su situación actual por su incapacidad para sincerarse. Asistimos así a un ingenioso juego de «teatro dentro del teatro».
Mediante esta técnica plantea el cuestionamiento de conceptos como triunfo, felicidad o autorrealización. Desemboca, así, en un problema de carácter ontoepistemológico que nos obliga a preguntarnos por los pilares que sustentan al individuo como sujeto determinado por la sociedad. Se pone de manifiesto en las diferentes vías desde las que abordan ambos personajes su situación y cómo deciden resolverla.
Todo esto en un espacio y tiempo que concentran al máximo la tensión dramática. Tanto es así que la acción transcurre en unas pocas horas y el escenario se reduce a un pequeño estudio decorado con lienzos y esculturas plagados de símbolos que dan pistas de la intención última de Pedrero. La autora transporta, de esta forma, al receptor a una de las obras más plásticas y visuales que he leído jamás.
Esta obra es, por todo lo dicho, una acertada y valiente forma de introducirse en la esfera privada de la experiencia femenina. Imprescindible lectura.
El color de agosto fue publicada por la Editorial Antonio Machado en 2006.