La distopía de los 90 resucitada por la realidad, El Cuento de la Criada, de Margaret Atwood

Ojalá esta historia fuese diferente. Ojalá fuese más civilizada. Ojalá me mostrase en una realidad mejor, si no más alegre, al menos  más activa, menos indecisa, menos distraída por trivialidades. Ojalá tuviese más forma. Ojalá fuese acerca del amor, o acerca de descubrimientos repentinos importantes para la vida, o incluso acerca de puestas de sol, pájaros, tormentas o nieve

Hace un cuarto de siglo de la publicación de ‘El Cuento de la Criada’ la novela de Margaret Atwood acerca de una sociedad distópica en la que las mujeres viven bajo el yugo de un hombre, hasta el punto de prohibírseles leer o salir solas. Y el tema de la novela parece estar de más actualidad que nunca.

En la República de Gilead, la protagonista, Offred, no es más que una cáscara vacía, esperando engendrar un hijo para su Comandante, con el que dar propósito a su existencia. Su persona no tiene importancia, la han privado de su familia, de sus amigos, de todo contacto humano, y la única moneda de cambio que Offred tiene es su fertilidad. El precio de no tener hijos es la muerte, bien colgada en el muro de la ciudad o enviada a morir lentamente de radiación.

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Lo peor y al mismo tiempo la genialidad del libro de Atwood son las dudas que arroja sobre nuestra propia existencia en este mundo que, en teoría, no tiene nada que ver con el que ella describe. ¿Cuáles serían nuestras propias reacciones si algo así pasase? No una revolución en la que la falta de derechos se impusiese de la noche a la mañana, pero una democracia que poco a poco ya no lo es, que nos va dejando sin derechos, atando de manos, casi sin darnos cuenta.

En este sentido es esclarecedora una de las escenas que Atwood describe, en la que la protagonista recuerda la escasa alteración de su marido el día que ella descubrió que las mujeres no tenían derecho a poseer una cuenta corriente en un banco –“pero yo nunca dejaré que te falte de nada”.

Lo terrible de ‘El Cuento de la Criada’, es precisamente la manera en la que muestra como hasta el fascismo más radical puede enmascararse, hasta el más encantador de los mortales puede defender ideas violentas para proteger sus propios privilegios. Esta defensa es personificada en la figura del Comandante, quien en uno de los capítulos asegura a Offred que la organización de la sociedad beneficia a las mujeres, que ya no tienen que preocuparse de buscar marido, ni vivir agobiadas con la falta de pareja. El estado busca a un hombre para ellas, las entrega, les da un propósito en la vida –aunque después las use y las tire, si el propósito para el que han sido entregadas no es satisfecho.

Atwood sabe cómo envolvernos en la historia. Nos estremece y juega con nuestros sentimientos a partes iguales. Los personajes son tan humanos que duele. Los supuestos héroes de Atwood no son tal, sólo seres vivos tomando decisiones que casi siempre son equivocadas. La incertidumbre es el pilar central de la novela, que termina con un final genial que nos deja con más interrogantes que respuestas.

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Margaret Atwood, fotografíada por Christopher Wahl

BIOGRAFÍA. Nacida en Ottawa, Canadá, en 1939, Margaret Atwood ha sido galardonada con premios tan prestigiosos como el Booker Price o el Arthur C. Clarke Award y es considerada una de las escritoras canadienses vivas más importantes, y su obra ha sido traducida a más de 30 idiomas. Además de su trabajo como escritora, Atwood es una destacada activista en temas medioambientales, habiendo manifestado públicamente su apoyo al Partido Verde canadiense.

‘El Cuento de la Criada’ ha sido publicado en español por Ediciones B.

La destrucción en «La casa de la fuerza», «Anfaegtelse» y «Te haré invencible con mi derrota», de Angélica Liddell

¿Por qué?
Esa es la pregunta del dolor.
¿Por qué?
¿Por qué nos cargaste de sufrimiento si no nos diste fuerzas para soportarlo?
¿Por qué?
¿Por qué me arrancaré la carne con mis propios dientes y seguiré amándote?
¿Por qué?
¿Por qué no me quitas la rebelión?
(“Te haré invencible con mi derrota”)


Angélica González, más conocida como Angélica Liddell, nace en Figueras en el año 1966. Es dramaturga, poeta, directora y actriz. Ha publicado varias obras, entre las que destacan Perro muerto en tintorería y La casa de la fuerza. Ha recibido, además, numerosos premios como el Nacional de Literatura Dramática en 2012, el León de Plata de la Bienal de Teatro de Venecia 2013 y el Valle Inclán de Teatro en 2007. Es, sin lugar a dudas, una de las voces literarias más internacionales de nuestro panorama actual.

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La editorial La uña rota publicó en un solo volumen tres fantásticas piezas de Liddell: Anfaegtelse, Te haré invencible con mi derrota y La casa de la fuerza. Un conjunto que constituye una magnífica síntesis de la forma de afrontar un mundo que la autora considera perverso e injusto, un mundo que la reduce y la supera. Según Roberto Bolaño –cuyas palabras, aunque hablen de sí mismo, no paran de recordarme a Ángélica–, la obra es un perfecto collar de granos de arroz en donde cada uno lleva un paisaje pintado, y hay que tener la suficiente fortaleza de ánimo como para asomarse y descubrir el abismo y el vértigo, la pequeñez del ser y su ridícula voluntad.

Podría decir un sinfín de cosas sobre Angélica. Que su obra, que aspira a la catarsis a través del dolor corporal, devasta. Que pretende hallar la libertad que desafía las convenciones en todas las facetas de la vida, pero especialmente en el amor. Y es que no podemos obviar que el amor es el centro indiscutible de estas tres obras, ese amor que debería ser igualitario y cuyo mal uso o ausencia acaban en desastre, formando seres incompletos e inmundos. Ella proclama la necesidad de un amor bien entendido, que se traduce en empatía, comprensión, solidaridad, libertad y cariño. Algo que debe estar presente en todos los rincones de nuestra existencia.

Se encuentra en la línea de un teatro experimental en el que no hay presentación, nudo o desenlace y que está marcado por el conflicto. Presenta personajes desdibujados, marginales, que parecen incomunicados, sin capacidad para interactuar y que se dedican a expresarse a través de monólogos, a veces caóticos, que salen desde el mismo centro del dolor y la angustia vital. Anfaegtelse tiene como claro referente a Kierkegaard. Este filósofo usó la palabra, que etimológicamente significa angustia e inquietud, para definir el horror y la crisis espiritual ante el absurdo. Y es precisamente esto lo que Liddell denuncia. Esta obra se compone de un largo monólogo en que la voz literaria se nos muestra como producto monstruoso del comportamiento coercitivo de sus padres, que son una metáfora de una sociedad con convenciones estúpidas.

En una línea parecida se presenta Te haré invencible con mi derrota. Es otro largo monólogo en el que, esta vez, denuncia la injusticia natural. En ella le habla a un personaje célebre, la violonchelista Jacqueline Du Pré, que se vio obligada a dejar de dedicarse a la música a causa de una terrible enfermedad degenerativa. Es un grito estremecedor y rabioso que lanza preguntas que nunca obtienen respuesta “¿Por qué nos cargaste de sufrimiento si no nos diste fuerzas para soportarlo?” y que equipara el dolor espiritual de la autora con el dolor físico de la británica.

Por último, encontramos La casa de la fuerza. Esta es una pieza mucho más larga que las dos anteriores y que, por tanto, desarrolla de forma más amplia las ideas que maneja. Es aquí cuando la opresión social se materializa en un sujeto concreto: el hombre, pero como individuo que forma parte de una cultura opresiva que se reproduce en las canciones pop edulcoradas y en las películas de Jennifer Aniston. Nos presenta una serie de historias a través de algunos personajes femeninos que se desnudan para mostrarnos la cara más amarga de las relaciones de pareja y que culminan con varios casos de feminicidio en Méjico. Y muestra el ejercicio físico como recurso para superar su dolor espiritual: “Descubrí que la extenuación física me ayudaba a soportar la derrota espiritual. Me agotaba. Eran ejercicios de preparación para la soledad. Eran ejercicios de no-sentimientos para aniquilar el exceso de sentimientos. Pero poco a poco la soledad se impuso violentamente a la fuerza, y a partir de ahí la pelea entre la soledad y la fuerza fue salvaje. De modo que la fuerza me permitió ahondar en la fragilidad, la imperfección, la debilidad y la vulnerabilidad”. La casa de la fuerza es el lugar donde no somos amados y nos vemos obligados a compensarlo con la extenuación física.

Angélica Liddell es una experiencia necesaria. Su teatro contiene una profunda carga existencialista que pretende, como decía Artaud, impactar violentamente en el espectador para incitarlo a la acción. Nos transmite una serie vertiginosa de pontentísimas imágenes que acongojan y que pretenden hacer hincapié en las partes más crudas del sujeto social. Son unas piezas que, en vez de construir, destruyen. Angélica plantea una obra que es, más que un punto de partida, la consecuencia de la situación injusta y dolorosa que pretende arrasar.

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Este volumen fue publicado por La uña rota en 2011

«Me gustaría» una obra poliédrica de Amanda Mijalopulu

Normal es tener un trabajo que te saca todos los días de la cama y te cierra la llave de paso de los pensamientos. Vivir en una fábrica grande con ruidos y que te digan haz esto, haz lo otro, hora del descanso, come algo, duerme y, cuando nadie te vea, llora un poco si quieres. Son las seis pasadas, miércoles por la mañana, y nosotros vamos a tomarnos un par de aspirinas y a tumbarlos un rato. A sentirnos inútiles una vez más.


Amanda Mijalopulu (Atenas, 1966) es escritora. Estudió Literatura Francesa y Periodismo, oficio al que se dedicó como columnista en los principales periódicos de su país. Actualmente trabaja en el Centro Nacional del Libro de Grecia. Ha publicado novelas, cuentos y algunas obras destinadas al público infantil. Recibió el Premio de la Revista Revmata por Life is colourful outside (1994) y el Premio Diavazo por Wishbone Memories (1996). La traducción de Me gustaría ganó, también, el Premio Internacional de Literatura de la National Endowment for the Arts en los EE.UU el año en que se publicó, 2008. Su última novela se titula How to hide y fue publicada en 2010. Entre sus influencias más destacables están los grandes Borges y Calvino. Su obra ha sido traducida a más de diez idiomas.

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Poco sabíamos en España de Mijalopulu hasta que la editorial Rayo Verde publicó su primer libro de relatos, allá por el 2012. Hasta entonces no habíamos tenido la oportunidad de leer en español a esta autora. Toda apuesta entraña un riesgo, y en este caso, acertaron.

Me gustaría es, como reza su contraportada, «un texto de trece relatos», a lo que la autora añade, en una nota final: «versiones de una novela que no está escrita». De esta forma, los trece relatos son, al mismo tiempo, dependientes e independientes. Los personajes van saltando de uno a otro, pareciera que todo obedece a una misma desestructura en la que, si buscamos, hay nexos de unión. Una suerte de puzzle literario que combina surrealismo y, en ocasiones, elementos del realismo mágico y la narrativa más fantástica.

En los relatos hay desdoblamiento, dobles narradores, autorreferencialidad, historias dentro de historias, incluso una magistral no-entrevista con un Gran Escritor. Momentos que narran la sexualidad con gran crudeza, historias acerca de las dificultades de la maternidad, infidelidades que no son tales. Las historias que nos cuenta Mijalopulu se caracterizan por dos cosas, igual de importantes: la presencia de múltiples voces narrativas, y una ausencia de linealidad que choca frontalmente con la narrativa clásica y que, sin duda, se parece más a la vida que a la propia literatura.

Porque lo que le interesa a Amanda, al fin y al cabo, es desentrañar nuestro mundo real, el de todos los días. Y para ello, el relato es la forma narrativa más adecuada: «Prefiero los relatos. Son más cercanos a la escala humana. Las novelas son intentos desesperados de control; los poemas, delirios de grandeza.»

En definitiva, una obra rica en lecturas y desbordante de imaginación, en una edición magnífica y bellamente ilustrada para una de las pocas escritoras griegas accesibles a día de hoy en nuestra lengua.

Os dejamos aquí una entrevista a la autora.

Me gustaríaMe gustaría, de Amanda Mijalopulu, ha sido publicado por Rayo Verde Editorial en mayo de 2012.

«Allí donde el viento espera», primera novela de Maia Losch

Era la culpa, la reconocí sin esfuerzo (la culpa y yo fuimos, durante mucho tiempo, compañeras casi inseparables. Esto no evitó que cometiera errores que afectaran a otros; pero tampoco los que evité consiguieron esquivar el remordimiento de conciencia, por cuestiones en ocasiones banales). En este caso la culpa tenía una explicación reconocible: no siempre lo era.


Maia Losch nace en Montevideo, Uruguay, en el año 1971. A los 25 años se traslada a Israel, donde reside actualmente con su marido y sus dos hijos. Realizó estudios en Letras y Antropología e incursionó en las artes plásticas. Allí donde el viento espera es su primera novela mas no su primera publicación. Algunos de sus poemas y cuentos han aparecido en diversas antologías y revistas, y ha participado en diversos concursos literarios, resultando ganadora del Concurso Internacional de Poesía Versos de la Torre del Reloj y finalista de Los cuerpos del deseo, entre otros.

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Montevideo, siglo XXI, casa familiar. Tras comenzar, ya entrada en años, sus estudios de filosofía y conocer a Raúl, un atractivo compañero que representa todo lo que nunca pudo vivir, Ana comienza a renegar de su pasado, de su presente y de lo que probablemente esté trazado como su futuro. La crisis de identidad de una mujer permanentemente forzada a cumplir lo establecido se deja ver en Allí donde el viento espera en todas sus vertientes, mas especialmente en la del matrimonio.

En esta primera novela, Losch pasa superficialmente por un maremágnum de temas como la religiosidad (en este caso, el judaísmo) , el legado familiar, la compleja coreografía entre las tradiciones propias y las sociales, las relaciones interpersonales, la sabiduría… dando lugar a un retrato de la crisis de mediana edad que acaba quedándosele grande al pretender aunar todos los conflictos de la protagonista. La falta de madurez en la redacción se nota en la falta de continuidad en el hilo argumental. No obstante, traza un buen panorama del Uruguay actual desde la perspectiva de los inmigrantes europeos y relata con realismo el acercamiento a la infidelidad – primero tímido, luego apasionado – como una forma de reconquista de la propia sexualidad y aceptación y goce del cuerpo maduro. A través de Raúl, Ana llegará a conocerse a sí misma, a desentrañar los placeres de su independencia y su autonomía, mucho más allá de su rol como esposa de su marido y madre de sus hijas.

Con sutil delicadeza y una suerte de feminismo light, la autora repasa junto al personaje los estadios de consecución de una autonomía que comienza con la infidelidad y termina con una soledad escogida y disfrutada. El papel de la amistad entre mujeres y la rebelión de los valores en la vida cotidiana son lo más destacable de una novela poco trascendente y sencilla de leer que nos acerca a una realidad ciertamente contemporánea.

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Allí donde el viento espera, de Maia Losch está publicado por Sinerrata Editores en formato ebook.