primera orilla
alejamos al cuerpo
del desprendimiento de sus partes
y no pudimos evitar que la marea descendiera
allí
un hombre tendido
abierto
fragmentado
como todo lo que intentábamos salvar
acercamos la mirada
la limpiamos para confirmar
que no fuera otra de sus manchas
cuerpo de hombre
confirmamos
y si la tierra tembló
mientras él me miraba
fue porque en su cuerpo resucitaron mis raíces
de nuevo los cielos eran fértiles
y sembramos jardines
que ondularon en la nada
dimos vida a los mares
que crecieron entre peces
el cuerpo se mantuvo firme
y fue evidencia
de que entonces
no era la tierra la que temblaba
sino el silencio
De Orillas (2003)
La poesía de Fátima Vélez no es de amor – aunque podría serlo. Tampoco es pretenciosa aposmodernada stilosa cool – aunque podría serlo. Tampoco es de estas cosas que lees y que no sabes si estás queriendo morirte o teniendo ganas hacer pipi. Leer a Fátima Vélez es más bien como sentir que el tiempo ya no es tiempo sino un un actor secundario en la secuencia poética. Su voz escrita es capaz de mojarnos con una sustancia, a veces viscosa, a veces ruptura, cantidad, morbidez; a veces meritoria, confusa, familiar. Leer a la Vélez es como sangrar por la nariz sin la necesidad de ir a por un Kleenex para limpiarte; la sangre sabe a vida y le queda bien a tu cara. Como un potingue salvaje, un menjurje de abuela, te untas en la frente un montón de letras que unidas forman un jugo venenoso que es poesía y que te chorrea por todo el cuerpo; al andar dejas huella casi como gritándole al mundo, hostil y bélico, que en su poesía puedes salvarte o salvarla a ella o matarte o matarla a ella.
LA CALLE 17
desde el quinto piso
se debate entre serpiente
río de aguas turbias
y un movimiento destemplado
de dientes limándose en una acera
Desde acá
seis de la tarde
una vista panorámica del ring:
en sus respectivas esquinas
los dos guardianes
El uno, el pirata, que a veces se llama Carlos y a veces Pedro
tiene una infección tan viva en el ojo izquierdo que está a
punto de perderlo
Siempre que llego quiere ayudarme a cargar las bolsas del
mercado
a abrir la puerta del edificio
quiere ayudarme hasta con mis hijos
yo no lo dejo
cuando se acerca inclino la cabeza
y el suelo me habla del contagio, de la impureza, de los
agujeros negros, del aullido de los
perros, de la compasión
busco entre mis bolsillos
encuentro una moneda y se la entrego
sin mirarlo
con mucho cuidado de no tocarlo
de que él no vaya a tocarme
El otro guardián no evoca descripciones
envuelto en una bandera de Colombia satinada
aúlla un partido entre Santa Fe y Millonarios
que se extiende por la calle 17
y asciende hasta el quinto piso
donde
a las seis de la tarde la pastelería despliega su olor
y uno no tiene más remedio que respirar
la frescura condensada de la harina
entonces se suspira
se piensa en lo que no se hizo
ahora que la tarde va cayendo sobre los antojos
sobre lo que produce el olor a pan sin el pan
y de pronto
se estrella contra el vidrio
o contra el corazón
nunca se sabe
la sensación de ser un pájaro estrujado por un gigante
el gigante no quiere hacerle daño pero el pájaro no lo sabe
Cuando parece que el cambio de luz está emitiendo señales
una palabra intenta cruzar el umbral
y aparece de nuevo la calle 17
que hace de la poesía prosa
que no permite imágenes de cuando los paisajes
transmitían belleza
por muy feos que fueran
Desde esta vista la realidad es sólida
y la guardo en bolsas zip loc
Las bolsas cambian de color y de estado de ánimo
abro la ventana
algunas se escapan
el aire las hace alborotar el cielo
hasta que caen
en la calle 17
los transeúntes no las recogen
los guardianes se acercan
y al abrirlas
una esperanza en la garganta
una pluma entre las manos
De Orillas (2003)
¡Pero quién eres Fátima Vélez! ¿en qué momento llegaste a mi vida para hacerme creer de nuevo en la poesía colombiana, en las formas alternativas de amar y en la capacidad de transgresión en este país que en estos momentos más que nunca nos demostró ser de mierda? Ahora no puedo hablar de poesía colombiana sin decir “¿Ya conoces a Fátima Vélez? ¿Ah, no? pues es genial y desobediente, no cree en la monogamia o eso creo, tiene dos hijxs con dos chicos gays, es joven, vive en NYC, ganó el premio de poesía de Bogotá en el 2014 pero no ganó porque no firmo el formulario, es medio burguesita o eso creo – su papá es un arquitecto muy muy famoso. Da igual eso que te he dicho, léela, coge… lee este poema, te va a gustar…”
*A continuación, saco de mi teléfono una captura de pantalla del poema “Mi nacimiento (1932)»*
entre rasgar de sábanas
entre dolor y luz
unas piernas abiertas
una cabeza
nace
alguien pregunta
desde un lugar del cuarto
que no podemos ver
¿es niño?
no
¿es niña?
no
¿qué es entonces?
es el amor que nació muerto entre nosotros
ah
entonces
no se le puede alimentar con ira
la leche con ira
amarga
**
perdona
por hacerte recorrer
los arduos y
estrechos y
húmedos
caminos de la existencia
por inquietar tu serenidad
por volcarla en
-quiero decir vacío
pero el vacío
estorba
tarde o temprano
me lo agradecerás
saltarás
de alegría
en tu no ser
como saltan los niños
en sus camas
si hay golpe no te dolerá
doblemente
por haber sido advertido
que no saltaras
que podías caerte
hacerte daño
nada formado en ti
para que algo sientas
cabeza hueca
dentro de
cuarto hueco
dentro de
mundo hueco
y sin embargo
desangras
y la sábana
es blanca
y el contraste
caliente
***
dices que la pared del cuarto es azul
que la sábana es azul
no te das cuenta
que el azul
es la blancura desbordada del blanco
****
pero si Frida Khalo no existió
ahora vas a decir
que te crees
ese cuento
de una llaga de dolor
en un rostro
de bigote
y patillas
coronado de flores
Frida Khalo
debe ser
una manera de nombrar
la sensación de estar
a punto de recibir un golpe seco
con un vestido bordado
debe ser
la acción de empujar las cosas
por detrás
hacerlas chocar contra la vida
hasta sacar lo que hay de entraña
en ellas
De Diseño de Interiores (2015)
Casa Paterna, como compilación de doce años de creación poética de la autora, se debate entre la serenidad y el acoso. Imágenes que se sobreponen a la vez que voces asustan mezclando palabras y conceptos como si fueran una pila de escombros que quitando el polvo, descubrimos que debajo de la tierra y la suciedad, hay un puerta como un portal que nos lleva en un viaje – que en segundos nos narra la historia de muchas vidas, pero de una sola persona, encerradas en espacios domésticos maternales, pero propios, muy propios.
SÓTANO
que quieres quitar de ahí las telarañas
las capas de moho
inténtalo
a ver si no aparece de pronto la olla
con el arroz pegado
los guantes amarillos
que protegen
del jabón quitagrasa que te agrieta la piel
y en el silencio
de quien lava platos y olvida poner música
el poema se tararea solo
como si tuviera pies
y quisiera hacer de ti un salto
es
no cabe duda
ese que dice que se llegó al final de la carrera
y el premio es otra carrera
y si el premio es mugre coagulado en un sifón
y si todo fondo no es más que horas percudidas en la cortina de baño
la sala donde la luz pega directamente en el reflejo de la infancia
donde también el tema es con la luz
los niños
sus deseos
su canto de sirena
que tratan de arrastrarte a la inacción
a no ser otra cosa
que calor atemporal
su belleza
que crece
sobre filo
raíz
que no se ve en ningún espejo
pero sabes
si no la cuidas
no la riegas
no la podas
recuerda
poner papel conciencia en las paredes
quien se ha cortado con papel sabe
lo que guarda en sus bordes el blanco
De Diseño de Interiores (2015)
Casa Paterna es una antología editada y publicada por la Universidad del Externado de Colombia- Decanatura Cultural (2015), dentro de la colección «Un libro por centavo». Pueden encontrar esta antología gratis en PDF Además, pueden consultar y leer todo el catálogo poético de esta colección TAMBIÉN GRATIS ❤ aquí.
Fátima Velez (Manizales, Colombia, 1985). Realizó estudios de literatura en la Universidad de los Andes y la maestría en Escritura Creativa en la Universidad Nacional de Colombia. Fundadora de la residencia para artistas Residencia en la Tierra. Ha participado en varios talleres de creación literaria en Bogotá y fue cofundadora del taller de escritura creativa Calle 17. Su libro de poesía “Diseño de Interiores” ganó el Premio Nacional de Poesía Ciudad de Bogotá (Septiembre 2015), premio no otorgado por Idartes por no firmar un formulario. Actualmente cursa una maestría en Escritura Creativa en la Universidad de Nueva York.
(Fotografía extraída de un artículo de VICE y biografía extraída del blog de «poetas colombianos»)