«NO HAY DESCONOLIZACIÓN SIN DESPATRIARCALIZACIÓN». Mujeres Saharauis, Tres tuizas para la memoria de la resistencia

Rocío Medina. Francesca Gargallo. Fatma El-Mehdi. Mª Antonia Hidalgo. Zahra Hasnoui. Marian Salek Hamada. Enrique Bengoachea. Maima Mahmud. Nieves Poyato. Elía Poyato. Elía Quesada. Uarda Abdelfatah. Aranzta Chacón. María López Belloso. Auxiliadora Jiménez. Kimiko Nonomuro. Paula Alvarez. Mercedes Figueroa. Editoral Aconcagua, 2016.

En una charla que tuve con Rocío Medina, editora y autora de Mujeres Saharauis: tres tuizas para la memoria de la resistencia, afirmaba que este libro era una combinación entre activismo y trabajo intelectual. Es precisamente en la unión de estos dos campos donde radica la esencia para el entendimiento de una obra tan cuidada como constructiva. Cada página de este libro representa la fuerza de las mujeres que trabajan desde la colectividad, y que en unión, luchan día tras día con la esperanza de levantar sus comunidades, de cuidarlas y de hacer oír sus voces de mujeres, de mujeres saharauis.

Lo primero con lo que nos enfrentamos las lectoras – las que no tenemos demasiados conocimientos previos de la cultura saharaui – es con el término tuiza, que según Liman Boicha (poeta saharaui)  “es una expresión de solidaridad entre mujeres (…) es fraternidad (…)”. Francesca Gargallo, se refiere a la solidaridad femenina en relación a la tuiza en su obra La Sonrisa del Sol (2013: 30), como: «la solidaridad femenina es considerada fundamental para la transmisión de la cultura saharaui y la posibilidad de mantener cohesionada la familia misma (…) colectivamente las mujeres saharauis son capaces de enfrentarse a trabajos pesados o completamente nuevos sin perder sus tradiciones, así como pasarse informaciones vitales, debatir acerca de su condición, tomar decisiones colectivas sobres educación y participación política, y finalmente incidir sobre las decisiones de la tribu, y en la actualidad sobre la política de los órganos de gobierno de la RASD”.

La sororidad es clave y es el elemento principal de las mujeres que conforman las tres tuizas simbólicas que este volumen acoge. Se entiende a esta reunión de poetas, activistas, académicas y mujeres saharauis, occidentales y orientales como un espacio de intercambio y cooperación desde una perspectiva feminista. El ejercicio recíproco de trabajar desde el diálogo horizontal sirve para inferir y razonar desde distintos campos – arqueología, historiografía, terapia, análisis político, entre otros – y de esta forma, entretejer, comunicar y poner en el punto de mira la memoria de la resistencia de las mujeres saharauis.

En un territorio invadido y divido, nos encontramos con la opresión y secuestro de un pueblo en el que sus mujeres se han movido tan fuerte, que sus cadenas se han hecho escuchar. Es por eso que, si hay un elemento imprescindible y necesariamente destacable en esta obra, es el sentimiento de comunidad que hace que las y los saharauis y sus tradiciones pervivan tanto física como cultural y psicológicamente. Es en este mismo sentir colectivo en el que las mujeres tienen un papel fundamental, el cual debemos tomar como modelo para así, tal vez, nosotras y nosotros, habitantes de los mundos occidentales prosperemos en pos a la construcción de una sociedad que haga emanar dentro de sus sistema de valores el trabajo colectivo y nuestro propio crecimiento personal de la mano de quienes forman parte de nuestro entorno más y menos próximo. Este modelo de comunidad no es precisamente el más fomentado por los sistemas hegemónicos occidentales que se encargan de interiorizarnos prototipos de sentir la vida más bien individualistas, que responden a su vez, a un sistema económico neoliberal. Por eso, esta obra, además de ser una lectura profundamente instructiva, nos incita a cuestionarnos la organización de nuestra sociedad, a la vez que nos empuja a crear consciencia sobre la participación y la solidaridad en un marco donde la igualdad debe ser el cimiento más resistente. Las y los participantes de este libro, son un ejemplo de colaboración y trabajo en equipo, que sin paternalismos ni etnocentrismos, nos han mostrado que los feminismos son muchas luchas, y aquí, una muestra de ello.

Tuiza I (Re)Construyendo la memoria histórica: resistencia de las mujeres saharauis”.

Esta primera parte está compuesta por cuatro textos. Los tres primeros son conferencias y ponencias presentadas en las I Jornadas Internacionales “Saharauis: Autodeterminación de los pueblos, Autodeterminación de las mujeres”, los días 2, 3, 4 de octubre de 2012 en la Universidad Pablo de Olavide. El primero de ellos es una conferencia de la Secretaria General de la Unión Nacional de Mujeres Saharauis (UNMS), Fatma El-Mehdi, reseñada por la traductora de la Universidad Pablo de Olavide, Mercedes Muñoz, «La resistencia saharaui: una mirada histórica desde las perspectivas de las mujeres saharauis»; en esta ponencia se habló sobre estrategias para mejorar las condiciones de las mujeres en los campamentos de refugiadas/os, y también se dieron a conocer proyectos que se han llevado a cabo. Todo desde una perspectiva que mira el pasado de las mujeres saharauis y analiza y entiende el presente.

El segundo capítulo es una ponencia titulada “Mujer, terapia y resistencia” en el que María Antonia Hidalgo Rubio, directora del Máster en Arteterapia y aplicaciones del Arte para el Diálogo y la Integración Social de la Universidad Pablo de Olavide, propone el método de la arteterapia y reivindica el arte – en sus palabras – “como herramienta capaz de generar transformaciones personales y sociales”, al mismo tiempo que da testimonio de los proyectos realizados en los campamentos de refugiadas/os, como por ejemplo en Tindouf y Auserd. El tercer capítulo sigue la línea artística: “Poesía y género: el arte de ser mujer”, ponencia presentada por la filóloga y poetisa Saharaui y fundadora del grupo de escritoras y escritores saharauis “La Generación de la Amistad”, Zahra El Hasnaoui. En este apartado se habla de cómo el arte ha estado dominado por los hombres en la cultura árabe y de cómo a las mujeres se les ha censurado. Adicionalmente, Zahra nos ofrece una muestra de poemas escritos por mujeres y niñas en los territorios ocupados, en el exilio y en los campamentos. A través de la poesía somos testigos de la situación de estas mujeres y de su estado emocional. Estos poemas son gritos que claman la libertad de un pueblo.

Drmizat con mucho polvo

Con sus armas y sus balas

Juran al enemigo

Que no dormirá tranquilo

Fuera de las trincheras.

Poema desde los campamentos

Escrito Fana Ali, poetisa de la revolución.

El último capítulo de esta primera Tuiza “Experiencias e identidades colectivas en las mujeres saharauis desde los feminismos descoloniales”, Rocío Medina, a través de la investigación académica en los campamentos propone el uso y la indagación dentro de los feminismos descoloniales, los cuales deben estar adaptados a la situación de las mujeres saharauis. Una mirada histórica del Sáhara que sea esencialmente amplia para poder crear códigos diferenciales dentro de la teoría feminsita y así evitar y escapar de constructos eurocéntricos.

“este debate necesario y rico debate, dependerá de cómo contemplemos las experiencias cotidianas como diferencias entre las mujeres saharauis y las experiencias de relación social, subjetivas e identitarias (…)”

Tuiza II «Participación social y política de las mujeres saharauis»

Reseñada por Muñoz Valé, esta conferencia «Investigación, Universidad y Perspectiva de Género: el caso de las mujeres saharauis», fue dictada por Marian Hamada, ministra de educación de la República Árabe Saharaui Democrática, en las I Jornadas Internacionales «Sahrauis: Autodeterminación de los pueblos, Autodeterminación de las mujeres». En primer lugar, Salek destaca que el papel de las mujeres en la política es fundamental; en segundo lugar, se habla de las mujeres saharuis y se puntualiza sobre su papel dentro de la sociedad, que incluso en el marco del colonialismo franquista, se les respetó el espacio que tenían . La ministra  hace un análisis de la educación antes y durante el colonialismo y la situación actual.

«Queremos y podemos estar en todos los puestos de toma de decisiones de nuestro Estado. No queremos mujeres en el gobierno para mostrarle al mundo que somos un Estado que cree en la igualdad, sino que lo que queremos es conseguirla, queremos tener mujeres formadas, capacitadas, que puedan representar a las mujeres saharauis. Y sabemos que la única forma para conseguirlo es trabajar en el terreno de la educación

En este sexto capítulo, el historiador Enrique Bengoachea, desde la Universitat de València, propone en su texto «Mujeres, nacionalismo y políticas coloniales en la provincia del Sáhara (1958-1975)», el análisis sobre el papel de las mujeres en el movimiento nacionalista anticolonial. A través de un trabajo de documentación, este autor descubre, entre otras cosas, que la participación de las mujeres en el movimiento y su intervención es posible por las dinámicas de género que existían en los períodos correspondientes.

Seguidamente, Yolanda Caballero Macarro presenta una reseña de la ponencia de la representante diplomática del Frente Polisario en Ginebra, Maima Mahmud: «Mujeres saharauis en la diplomacia internacional: la importancia de las mujeres en el ámbito diplomático». En estas I Jornadas en octubre de 2012 en la Pablo de Olavide, Mahmud comparte su trayectoria profesional y personal. Esta diplomática se formó como ingeniera de telecomunicaciones en la isla de Cuba. Su anhelo de lucha para conseguir la liberación de los territorios ocupados le impulsó a ser una mujer implicada en la toma de decisiones y en la acción. Asimismo, cabe destacar que el Frente Polisario en la Unión Europea tiene una función intervencionista con respecto a las decisiones y acuerdos que la UE hace con marruecos y que afecta las costas de la RASD; Sin embargo, Mahmud recalca que las/os saharauis sienten rabia «por la debilidad de la Comunidad Internacional por resolver un conflicto clarísimo como es el nuestro».

Las mujeres como víctimas de la guerra y los conflictos son en este contexto agentes y creadoras de paz. Desde Córdoba, el Grupo de Jaima Amigos y Amigos de la RASD, Nieves Poyato Barona, Activista y Feminista en su texto «Agentes constructoras de Paz», visibiliza el rol de las mujeres saharauis en los territorios ocupados, que junto a la  UNMS y el Frente Polisario trabajan por la paz  a través del trabajo colectivo solidario.

Conocer, reconocer y analizar a través de las pinturas rupestres el papel de las mujeres, es precisamente el punto de partida de Elia Quesada en su estudio sobre «La mujer en la prehistoria del Sáhara Occidental». La caza, los rituales, la utilización de los recursos obtenidos, son entre muchas más, expresiones que Elia analiza en su estudio y que refleja la división sexual del trabajo. Una vez más, el arte funciona como símbolo del trabajo grupal, que sigue siendo propio de la cultura saharaui.

Tuiza III «Diversidad de estrategias en la cooperación con las mujeres saharauis». 

En el capítulo 10, Caballero Macarro reseña la ponencia presentada por Uarda Abdelfatah «Salud sexual y reproductiva, soberanía alimentaria y empoderamiento de las mujeres saharauis», en las jornadas previamente citadas llevadas a cabo en  la UPO en el 2012. La relevancia de este texto radica en la consideración de planes y proyectos que beneficien a la comunidad, y que sobre todo sean fórmulas para el, como el título indica, «empoderamiento de las mujeres saharauis». La creación de huertos instalados en el campamento de Dajla, han sido efectivos gracias a la ayuda de los ayuntamientos de Torre Pacheco y La Unión (Murcia); también la presencia de jornadas de sensibilización sobre salud reproductiva y familia son primordiales para el bienestar de la población, y en este caso, de las mujeres.

A lo largo de esta obra vemos cómo existe una demanda académica y pragmática de, por ningún medio, vincular al feminismo blanco con la realidad de las mujeres saharauis. Parece lógico, pero en muchos casos el peso etnocentrista es más poderoso que cualquier realidad. Gracias a estudios como el que corresponde al capítulo 11: «Feminismo y cooperación descentralizada: la experiencia de la unión nacional de las mujeres saharauis y la Red Vasca de Apoyo a la UNMS», las luchas se reiteran desde otros feminismos  y autoras musulmanas.  En este caso, la relectura por medio del feminismo islámico juega un papel fundamental porque establece su sostén en la vida contextualizada de las mujeres musulmanas.

Capítulo 12, «Entre teorías y activismos: mujeres saharauis y revoluciones cotidianas». A pesar del incertidumbre con respecto al futuro que, dentro de los campamentos derefugiadas/os se vive, de algún modo, las personas construyen su experiencia vital diaria en base a la proyección que hacen del mañana. Auxiliadora Jiménez León, feminista y activista es miembro del «Grupo Jaima y de las Brigadas Feministas de MZC», presenta un texto cargado de relatos y análisis de experiencias e intercambios con mujeres saharauis. El ejercicio recíproco de compartir experiencias tiene como elemento esencial el autoconocimiento a nivel personal y de grupo, para así ser capaces de transmitir mensajes claros y entablar un vínculo horizontal y constructivo.

Los dos últimos capítulos del libro pertenecen a dos manifestaciones de arte distintas; el primero es de la artista japonesa Kimiko Nonomura y se títula «Saludos de Baraka». Este texto escrito en primera persona, relata sus inquietudes identitarias y explica su manera de manifestar éstas a través del arte y cómo posteriormente las proyectó implicándose en la lucha del Sáhara Occidental. A continuación, esta obra concluye con la aportación de la colaboradora del SaharUpo, Paula Álvarez Cano y Mercerdes Figueroa Abrio, ambas trabajando desde el campo de la comunicación y las ciencias audiovisuales. En su texto cuentan en forma de crónica y repaso histórico, lo que las impulsó a realizar un documental basado en las mujeres que aparecieron en «La fuga del infierno» (1976).

*Por las mujeres

por las mujeres saharauis,

porque en la lucha seamos una*. 

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 Rocío Medina Martín es profesora de Filosofía del Derecho en la Universidad Pablo de Olavide desde el año 2008. Su campo de investigación son las nuevas teorías de la emancipación social, con especial énfasis en las epistemologías y teorías poscoloniales, descoloniales y feministas. Ha coordinado otros trabajos en la materia como “Activismo Académico en la causa saharaui. Nuevas perspectivas críticas en Derecho, Política y Arte” (Aconcagua, 2014) y el Grupo de Estudios sobre el Sáhara Occidental “SaharUpo”, vinculado al Laboratorio de Ideas y Prácticas Políticas (LIPPO-) en la Universidad Pablo de Olavide.

Primavera feraz: versoterapia durante un cáncer, por Viky Frías

El dolor es una de las fuentes de inspiración más potentes. Como escribe Simone Weil, filósofa en la cita con la que se inicia el poemario «Quien sufre trata de comunicar su sufrimiento -ya sea zahiriendo a otro, ya sea provocando su piedad- con el fin de disminuirlo, y a fe lo consigue». Una mujer se enfrenta a la noticia de que un mal le está creciendo en el pecho, lo que inicia una batalla en la que no hay victoria segura. La poesía es un instrumento multiusos: una manera de desahogar el pánico y la tristeza, un culto al ansia de vivir, un diario de bitacora sobre la propia enfermedad y también un posible testamento. Viky Frías consigue poner los pelos de punta narrando su proceso, desde la gran angustia que le provoca el malaventurado diagnostico, hasta la acepción y coraje para tratar de vencerlo.

Mayo

henchido de dolor

En mayo

un río de amapolas

escapará de mi pecho

sin que lo pueda detener.

Lanzo un alegato a las que perdieron

ríos de amapolas

vaciadas,

las que en lugar de naranjas y limones

tienen cicatrices

¡Amazonas modernas

con el carcaj

y las fechas:

cabalguemos juntas

por los bosques umbríos

robles solidarios!

Las  que fueron torturadas,

pinchadas

-como yo

(abril, mayo y un alegato)

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Sin embargo, que la lectora no piense que se trata de un poemario dedicado en exclusiva a la pena. Por supuesto que hay tristeza, durante un cáncer tiene que haberla. Pero la tristeza no significa siempre desconsuelo, sino una inminente evolución en algunos casos. La autora nos permite entrar en su existencia durante aquellos meses, y comprobamos la transformación del luto con sus diferentes fases y un sinfín de emociones palpitantes. La desconfianza hacía los cirujanos y sus estériles salas de espera, la tensa convivencia con el tumor, el sentido del humor que crece tras la masectomia y el gran placer de vivir para contarlo. Con versos emocionantes y directos, Primavera feraz nació producto de un cáncer, y finalmente es medicina para aquellas que lo viven, desde dentro o desde muy cerca.

Miedo ¿para qué?

la muerte no le teme al miedo.

La palabra en sí es un escudo

que vence a la muerte.

La palabra escrita

sobrevive al miedo

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Viky Frías. Por hacer un resumen convencional, diremos que nació en Jaén, estudió Física y es profesora de matemáticas en Madrid. Viky también es poeta, ha superado un cáncer de mamá y declara que «El miedo se ha convertido en confianza. El temor a la muerte no ha desaparecido, sigue vivo en mí como en cualquier mortal».

La mujer cíclica, de Laia López Manrique: una poesía desde el encierro

Puede que la escritura de Laia parta de una necesidad, puede que sea una respuesta al silencio al que quieren abocarnos, una llave o un laberinto en el que reconocerla y reconocernos. Puede que se divida en dos, en tres o en catorce y que sean todas mujeres que están locas, que escriben escondidas en su madriguera o que gritan desesperadamente consigas subversivas. Oigo disparos discontinuos: son unos poemas que son de todo menos aletargantes, que basculan entre el verso y la prosa sin desproteger a ninguna forma. Hay mujeres, sí, mujeres complicadas que escriben para entenderse, que hablan lenguajes en clave, de difícil acceso si no se ha estado antes encerrada en la madriguera. Mujeres que encuentran la libertad en el canto, que abren la sombra:

si en la convergencia de su monstruosidad y la nuestra no estuviera oculta una pregunta que ella exhibía en la boca a modo de desafío y nosotros guardábamos dentro como un secreto impronunciable

En La mujer cíclica se reflexiona acerca del texto y sus (des)potencialidades. Laura Giordiani habla de escritura-hueco, donde caben las voces femeninas desalojadas de la historia de la literatura y con las que Laia dialoga fundiendo sus voces con la(s) suya(s). Y sin embargo:

hay tan pocas palabras para decir lo mismo

pero la piel insiste

El texto no es ni puede ser más que una envoltura, lo que no significa que debamos abandonar las palabras. Más bien se trata de posicionarse; no podemos deshacernos de la necesidad de escribir pero sí ser conscientes de las trampas del lenguaje. En La mujer cíclica Laia lo afirma desde el principio: ella eligió «hablar desde una fractura» precisamente porque allí donde hay fracturas, huecos, hay espacios libres, espacios donde dejarnos guiar por las palabras, jugar con ellas:

Las palabras tienen esa propiedad. Las palabras conducen y desvelan u oscurecen.

Laia conoce bien la metamorfosis, la suya es una escritura-contingente que está siempre a punto de estallar, que sigue escribiendo allí donde hay un punto y final. Tengo la sensación de que es una poesía desde los márgenes con vocación de totalidad, una poesía mutante que, desde luego, brinda y brindará muchas posibilidades al panorama poético español.

La mujer cíclica se abre con una cita de Martine Broda, «elle avait du gôut pour l’enfer» (ella tenía gusto por el infierno). En otro poema de la misma autora francesa, añado: «la mano en la hoja del despertar / cierra un libro deslumbrante».

 

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La mujer cíclica fue pubicado en La Garúa en 2014

+ La autora en La Tribu de Frida

+ Poemas de Deriva en Tendencias21

+ Entrevista en Psychonauts


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Laia López Manrique (Barcelona, 1982) es poeta, crítica literaria, profesora, lectora y correctora editorial. Se licenció en Filosofía y en Teoría de la Literatura y Literatura Comparada en la Univerdiad de Barcelona. Ha publicado varios libros de poemas, Desbordamientos (2015), La mujer cíclica (2014) y Deriva (2012). Escribe en Revista de Letras, Literaturas y Revista Quimera, entre otras. Además, es directora y coeditora de la revista Kokoro.