La abuela no estudió.
Mamá pidió permiso para estudiar.
Mamá trabajó para poder estudiar.
Yo tengo la obligación
de estudiar toda la vida.
Todas las fórmulas son imprecisas:
el corazón duele,
la Historia Pesa.
Tú no me mires con la cara
de quienes hacen, constantemente,
las preguntas erróneas.
Sara Herrera Peralta (Jerez de la Frontera, 1980) es poeta y diseñadora gráfica. Ha publicado los poemarios La selva en que caí (2007), De ida y vuelta (2009), Sin cobertura (2010), Provocatio (2010), Shock (2011), Mamá era Ilsa Lund al principio de todo (2012), Hay una araña en mi clavícula (2012), Quien mire hacia abajo, pierde (2013) y Documentum (2014). Ha recibido importantes premios literarios, como el Premio de Poesía Voces Nuevas (2007), el Premio Internacional de Poesía Joven Martín García Ramos (2008), el Premio Ana de Valle (2009) y el Premio Carmen Conde (2014). Sus poemas han aparecido en numerosas antologías y revistas tanto de España como de Francia, Italia e Hispanoamérica.
Si tuviéramos que definir la poesía de Sara Herrera en una sola palabra, sería «honesta». Un lenguaje cercano, depurado, engendrado con palpable afecto. Con evidentes elementos autobiográficos que sirven también para construir una identidad que es, al tiempo, fruto de la experiencia y los orígenes. No hay más ruptura que aquella propiciada por la necesidad de labrarse un futuro de acuerdo a los principios e intereses propios. Una vida que merezca la pena ser vivida, para la que se necesita, en sus palabras, sencillez, voluntad, y coraje.
La distancia entre generaciones es tratada con mucha ternura en los poemas, con episodios tan comunes como, por ejemplo, las exigencias de matrimonio que hacen las abuelas a las nietas. La figura de la madre, que ha sido tratada en la literatura con imperceptible desdén, es rescatada como dadora de vida, remitiéndonos a la Diosa Madre de ese mundo matriarcal apenas conocido. Solo cuando las mujeres toman la palabra, la figura de la madre comienza a ensalzarse como origen y modelo. Enmarcada en una tradición de poesía feminista, Sara revaloriza también al padre, a la abuela y al abuelo, como sabias y afectuosas figuras que sirven como ejemplo de lucha diaria: Porque todas las madres / han sido miedo, amor, herida, lucha y / tierra.
Sara utiliza la polifonía para dar voz a las generaciones que la preceden además de a la suya propia. Este hecho confiere al poemario una ternura presente en un entorno acogedor. Por desgracia, ese entorno termina escindido. La emigración planea sobre la familia como una constante, especialmente en Andalucía. Quizá ese estar lejos propicie la necesidad de plasmar en papel ese alterado recorrido que va desde la infancia a la edad adulta, de la presencia a la ausencia. Un miedo de no estar, que termina formando parte y dando cuerpo a la genealogía familiar. Así, cuenta la abuela: Nosotros también nos fuimos, / igual que nuestros hermanos: / ellos no volvieron.
El libro se abre con una cita esclarecedora de Simone de Beauvoir: «Construiré una fuerza en la que me refugiaré para siempre». Ese refugio es, sin duda, la poesía. Pero también la familia: sangre que no se elige y en la que el afecto, cuando está, es puro. Hay una araña en mi clavícula es el resultado de ese afecto.
Hay una araña en mi clavícula fue publicado por La Garúa en 2012.
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Sara H. Peralta, poemas de carne, sin cobertura.
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